Veredas Vivas: mates al atardecer y huertas callejeras en Villa Devoto

Vecinos se juntan los sábados en Marcos Paz y Nazarre. Fomentan las especies autóctonas en el espacio público.

“Yo paso al a noche y voy tirando semillas”, dice Pablo Pistocchi, de Villa Devoto y uno de los impulsores de Veredas Vivas, un proyecto donde un grupo de vecinos de la cuadra de Marcos Paz y Nazarre cultivan y cuidan especies autóctonas en canteros y arboledas. La actividad también incluye proyecciones de cine ambiental en el Teatro Carnero (Pedro Lozano 4707).

Esta es una zona calma de Devoto, se caracteriza por sus manzanas rectangulares, edificios bajos y tránsito a cuentagotas.

Ahora es sábado a la tarde y en la ochava hay una mesita con pan relleno recién horneado, la pava lista para el mate y varios vecinos alrededor. Primero charlan de la semana, comparten impresiones de los temas de agenda y luego el diálogo decanta en las plantas de la cuadra.

Los hacedores de Veredas Vivas invitan a hacer un recorrido y asoma el ingenio y la pericia por lograr más flora donde antes había un simple cantero. Hay dedicación por hacer surgir más verde de entre el cemento porteño. Madreselva, Tacos de Reina son algunas de las flores que van embelleciendo el paso.

Hay plantas nativas, hay orquídeas, cedrón, Dama de noche y muchas más. Pablo es un entendido en el cuidado de las plantas y se entusiasma con tener un mini ecosistema silvestre con especies autóctonas en las veredas del barrio.

“Requiere esfuerzo y dedicación. Un trabajo fino es dar a conocer la idea a los vecinos. Muchos se muestran con interés, vienen a tomar mate, comparten el proyecto. Hay algunos con los que la respuesta es tibia, pero cuando ven las plantas florecer se interesan”, cuenta y de tanto en tanto remueve colillas de cigarro de los canteros.

El mate y la merienda en la vereda son un rito importante, un momento de interacción que forja el vínculo entre vecinos. Una de ellas comparte dulce de papaya, hecha con los frutos de un árbol que está al fondo de su casa. Pablo suma uno de durazno, también casero. Otra vecina suma un budín que cocinó con banana, frutos secos y chocolate.

Este es el momento de estar visibles y del contacto cara a cara. Ejemplo: pasa una joven con su hijo en bicicleta por Nazarre y ambos se quedan mirando, desde la ronda los saludan y empiezan a hablar de plantas; ella estaba al tanto del trabajo de siembra en la vereda y quedan en contacto para próximos encuentros.

“Queremos que el proyecto crezca y que haya más gente interesada en lo que propone Veredas Vivas, que el paso por el barrio sea un momento de disfrute y de conexión y cuidado con el medio ambiente”, concluye Pablo.

Vía Agenda Porteña
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