Veganos anarquistas escracharon una carnicería del barrio de Coghlan

En el verano hubo otro caso en Palermo. Mientras se vive una suerte de auge de la comida vegana, hay grupos minoritarios de acción directa por la liberación animal.

En los últimos tiempos la comida vegana ganó terreno en la alimentación porteña. El ideario de “comer sano” caló hondo en los buscadores de hábitos saludables. A la par, abrieron muchos locales especializados, los que ya estaban emplean un menú a tono (como los orientales venta al peso) y marcan la agenda ferias convocantes como Buenos Aires market. Le dicen la “Avanzada Veggie”. Sin embargo, en este auge hay casos de acción directa en la lucha por la liberación animal. Su terreno de disputa es el frente de carnicerías o sitios similares.

Así lo comprobaron los dueños de “La Granja de Maxi”, en Coghlan, cuando temprano fueron a abrir su local de esquina y comprobaron que la ochava estaba llena de consignas contra el consumo de carne. “Fue una gran sorpresa, algo que te molesta”, dice uno de los dueños a Pura Ciudad. “Hay que solucionarlo con vecinos”, intenta desdramatizar en medio de su jornada laboral.

En un costado, está escrito en rojo “Googleá Veganismo”. La consigna tiene la A en un círculo, evocación del anarquismo. Al hacer la búsqueda digital aparece una página llamada Animalista 2000. Hay contenido publicado entre 2013 y 2014. Son recortes académicos, ideas de activismo y promoción de la cultura vegana.

Sobre la ochava hay pintadas con la técnica stencil y aerosol negro. Son ilustraciones de animales y distintas consignas como “Libera a tus animales” y “Comer carne es asesinar”. Otra pintada a mano alzada expone: “Ellos sienten”. Completa el escrache un borroneo a la palabra “carne” en la marquesina del local; también pintaron una V (símbolo del vegano-anarquismo) sobre el ploteo.

En la carnicería de Coghlan buscan dejar atrás el “mal momento”, pensar en repintar la ochava, sólo la parte escrachada para no ponerse en tantos gastos y seguir adelante. Cuentan que es mejor y no buscan entrar en nervios infinitos ni en sospechas constantes.

Otros casos en la Ciudad

Lo cierto es que no es la primera vez que un hecho así ocurre en la ciudad. Este verano, por caso, en una sucursal palermitana de Siga La Vaca (Fitz Roy, entre Costa Rica y Nicaragua) pintaron la vereda con la consigna “Carne es muerte. No comas cadáveres en descomposición”. Los empleados del local en su momento agradecieron no lamentar roturas de vidrios y tomaron el hecho como un caso aislado, sin mayor importancia. Barrieron la vereda y siguieron sin más.

Más atrás, las crónicas porteñas rastrean una movilización ocurrida en 2008 con eje en la peatonal Florida. Manifestantes hicieron pintadas y vociferaron consignas en contra de los negocios de venta de artículos de cuero y pieles.

Un lugar que fue sede de escraches es el Zoo de Palermo. Allí ha habido marchas, juntas de firmas y pedidos de reunión con autoridades porteñas. La idea de liberación animal siempre estuvo presente. La muerte de animales, denuncias de maltrato y desfinanciamiento alimentan de tanto en tanto este tema. El final es abierto puesto que el gobierno local quiere dejar de lado el vejo sistema de jardín-zoológico y pensar en un parque de conservación. Aún así, entre el Ejecutivo y la Legislatura no hay respuestas definitivas, aunque en esta última hay varios proyectos que pueden ser la resolución última. Sobre avenida Sarmiento aún hoy pueden verse pintadas y stenciles con consignas por el derecho animal.

Casos resonantes a nivel mundial

La actuación de este grupo anónimo en Coghlan se ve alentada por hechos que buscaron resonar en la opinión pública y atacar en forma directa a quienes consideran integrantes de la maquinaria que somete, mutila y mata animales. Hubo casos de cartas amenazantes a laboratorios acusados de testear productos con animales antes de lanzarlos al consumo público, también quienes se infiltraron en granjas y liberaron cientos de animales aparte de los ya referidos escraches en comercios citadinos.

Estas acciones llegaron a ser tildadas de terrorismo en Europa. En España se hizo famoso un fiscal “anti-veganos”, Raúl Guzmán, quien los acusa de tener un “carácter antisistémico a los que no les gusta el sistema de salud, capitalista o la organización que tiene la sociedad”, rescata Radio Villa Francia.

La militancia del “peleador y triste”

De todos modos, los escraches o acciones directas, algunos públicos, otros tantos que han pasado inadvertidos, fueron hechos por minorías que militan en el veganismo como forma de vida. Se da, entonces, la paradoja de que en el momento en que más exposición tiene esta forma de relacionarse con la comida, ocurren dichas protestas aguerridas.

La cuestión de fondo es que, puertas adentro de este gran colectivo llamado veganismo, hay rupturas. Una disputa es entre “bienestaristas”, quienes piden trato ético hacia los animales, y los “abolicionistas”, que no admiten ningún tipo de utilización o sometimiento de los animales.

Se puede rastrear la tensión en el habla cotidiana, en redes sociales o foros. Hay un arquetipo de vegano o vegetariano, tildado de intenso, acérrimo. Por caso, en el sitio Animalista 2000 hay un texto sobre el arquetipo de “vegano enojado”, quien “es peleador y triste, y participa en discusiones salvajes donde no hay ganadores”. Lo contrapone al reflexivo quien “sabe cuándo debe participar, cuando aflojar, cuando sonreír, cuándo ignorar un comentario inflamatorio, cuándo pasar de una discusión y cuándo ofrecer elogios”.

Desde la vereda belicosa, argumentan que realizan “la acción directa, haciendo del trabajo de los asesinos (habla de los carniceros) algo desagradable. Muchas son las formas en que se pueden llevar a cabo sabotajes por la liberación animal”. Esta sentencia es del Frente de Liberación Animal de Chile. El FLA hizo escraches en distintos rincones de Latinoamérica.

“Mi postura al respecto es que ese tipo de tácticas de acción directa simplemente no sirven en absoluto para atacar la raíz del problema, que es la mentalidad especista que motiva, permite y justifica el que exista la explotación de los animales no humanos en todas sus formas. Sólo sirven principalmente para ayudar a provocar o aumentar la represión y criminalización de todo el movimiento animalista por extensión, y para crear una opinión pública negativa acerca de quienes tratan de defender a los animales no humanos. Y aunque las buenas intenciones son muy loables por sí mismas, no sin embargo suficientes. Ni tampoco justifican una conducta inmoral o un mal resultado”, se lee en el sitio Filosofía Vegana, escrito por Luis Tovar.

El rol del estado al fondo

En la actualidad la cocina vegana llama la atención de propios y ajenos por la gran cantidad de propuestas que hay en Buenos Aires.

Según el sitio especializado Planeta Joy el “circuito veggie porteño se amplió, sumando propuestas orgánicas, étnicas, raw y veganas”. Cita un ranking de 15 imprescindibles entre los que está el circuito que va de Villa Crespo (Almacén Purista) a Belgrano (Vidalita), con Palermo (Arevalito o Spring) entre medio. El centro es otro punto con llamativas ideas (PICNIC o Vita).

La reina indiscutida de esta movida es Buenos Aires Market por su exposición y convocatoria. Es la feria itinerante que recorre los barrios porteños con entrada libre y gratuita para ofrecer un pantallazo a lo nuevo de la gastronomía en general y lo veggie en particular.

Lejos de ese panorama con pompa y pinceladas trenddy (se le dice así a lo que es tendencia o está en auge), el ideario que mecha veganismo y anarquismo protesta. Para muchos que practican el veganismo con el plato y la pancarta, esta movida no hace otra cosa que intentar licuar sus reclamos por la liberación animal y poner el foco en la comida vegana como una mercancía fashion y, por lo tanto, de alto costo.

Según el sitio V de Vegano, los veganarquistas (algunos también ligados al movimiento abstemio Straight Edge) “suelen considerar que en la dinámica de opresión en la sociedad están interconectados el estatismo, el racismo y el sexismo con el antropocentrismo”. Por eso para ellos el veganismo es una respuesta política ante el sistema de opresión. “El Estado es perjudicial para los animales”, agregan.

Mientras tanto, escraches a comercios y góndolas de ferias gastronómicas de primer nivel son aristas de un debate longevo sobre cómo afrontar la relación humana con sus dietas y su entorno animal. “Yo respeto que cada uno piense como quiera, pero acá somos laburantes”, concluyen en la carnicería de Coghlan para ponerle los pies en el suelo al debate.

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