Vecinos de Agronomía plantan especies nativas en canteros y vías: “La naturaleza enseña cosas todo el tiempo”
Gente del barrio se reúne para generar un espacio público más verde y complementarlo con iniciativas dentro del gran predio de la facultad de la UBA.
Vecinos crearon el proyecto Arbolitos de Empedrado y plantan especies nativas rioplatenses en canteros y al borde de las vías del tren San Martín, en el límite entre Villa del Parque (Comuna 11) y Agronomía (Comuna 15). En medio del bullicio desean recomponer un poco del ecosistema natural, con flora, clores y el revoloteo de mariposas o colibríes. Buscan unir su trabajo con los corredores biológicos que hay, a pocas cuadras, dentro del gran predio verde de las Facultades de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires.
En esta zona anidan los contrastes. Por un lado, en el paso a nivel de Empedrado y la vía sobran los bocinazos y los insultos ventanilla a ventanilla. Asoma un Elefante Blanco, una mole de cemento abandonada, mientras el horizonte se puebla de nuevos edificios de altura. Enfrente hay casitas antiguas de una planta, algunas terminan en plazoletas triangulares o recovecos silenciosos.
Entre esta maraña, al caer la tarde asoman los vecinos con palas al hombro, plantas que escapan de las mochilas o bolsas llenas de viruta. Recorrer los jardines nativos y plantaciones que hicieron es el primer paso en sus encuentros.
Graciela Ruiz es vecina y una de las impulsoras de Arbolitos de Empedrado. Repasa que ya hay Tembetarí, Barba de chivo, Algarrobo blanco, ombúes, Fumo bravo, Pavonia sepium, Pavonia hastata, Tridescantia rosada. Muchas llevan carteles que indican sus nombres técnicos y qué bichos atraen, como mariposas o abejorros. Los frágiles hilos que son estos futuros árboles asoman entre tutores, palos y cintas para garantizar su supervivencia. Cuenta que es una artesanía que hacen con cajones, palets o cuanta madera encuentren desperdigada en la vereda.
“La naturaleza enseña cosas todo el tiempo, hay que estar atento para poder observar. En este proyecto pienso en recomponer el ambiente, por eso las nativas rioplatenses, para que haya un entorno verde en medio de la urbanización”, explica.
Uno de los trabajos más vistosos está en la ochava de Gutiérrez y Empedrado, al otro lado de las vías. Es un pequeño jardín nativo con una docena de plantaciones, delimitada por maderas y varios carteles explicativos contra el tejido que separa el terreno ferroviario. Hay más ejemplares Sobre Gutiérrez, una calleja calma con vereda de tierra que corre paralela al tren.
Andrés vive a metros de esta esquina y gracias a los carteles conoció la iniciativa: “Los contacté por redes y me sumé al instante. En casa me hice una huerta y leo sobre soberanía alimentaria, pero valoro mucho salir a la calle y plantar, pasar tiempo con los vecinos, compartir un vínculo comunitario”.
En la actualidad hay ejemplares en el perímetro de Empedrado hasta Condarco, Artigas hasta Álvarez Jonte.
Allí está la casa de Ana, una vecina que se mudó con su familia hace algunos meses a Empedrado, a metros de la Plazoleta Raffo Bonta. “En el cantero frente a nuestra vivienda apenas llegamos pusimos un árbol y a las dos horas se lo robaron”, sintetiza. “Conocí a los vecinos que hacen plantaciones y me gustó la idea, por eso les dije que vengan, que haya verde en estas calles”.
Para que las plantas sobrevivan no solo hace falta que llueva seguido o que no se caigan los tutores. Donde las personas ven canteros, algunos perros encuentran su baño. Donde los vecinos ven tierra ideal para plantar, los operarios ferroviarios aprecian pasto crecido al que deben pasarle la bordeadora. Donde se ven pequeños brotes con flores coloridas para cuidar, otros interpretan que pueden arrancarlas y llevarlas a sus casas sin más. Se trata de una convivencia urbana que muchas veces se parece más a los bocinazos de la vía que a un ecosistema verde y armónico.
Sin embargo, los vecinos no aflojan. Cada planta en pie es un triunfo. De la naturaleza y del trabajo comunitario. “Volver a pasar por las calles donde el día anterior nos quedamos hasta cualquier hora y ver que las plantas siguen ahí me da satisfacción”, dice Andrés.
El verde que hoy lucha por avanzar entre el cemento de las veredas conecta con los corredores biológicos de la Reserva El Renacer de la Laguna de la Facultad de Ciencias Veterinarias y el Jardín Botánico Lucien Hauman de la Facultad de Agronomía, en especial su el proyecto sobre canteros silvestres.
“Lo importante de este corredor biológico que continúa el trabajo que se hace adentro de Veterinarias y de ese jardín en Agronomía. Las plantas (árboles y herbáceas) tienen asociaciones. Flora y fauna están asociadas y eso mantiene el equilibrio del ecosistema, del cual dependemos nosotros”, explicó.
“Estamos creando y ampliando un corredor específico para la Mariposa Bandera argentina y en breve vamos a plantar el Coronillo, árbol emblema del cual se alimenta está especie”, graficó.
Graciela entró en contacto con estos estudiantes y docentes tras cursar Gestión Ambiental en el IFTS N° 22 de Parque Patricios y hacer voluntariados en el Parque Sarmiento de Saavedra y en la Agencia de Protección Ambiental (APrA), donde colaboró en la descontaminación del Arroyo Cildañez, en Villa Soldati.
“Para Arbolitos de Empedrado nos basamos en las Leyes porteñas N° 3.263, N° 5.337 y N° 5.928 de protección de especies nativas e incremento en espacios públicos y espacios verdes para la conservación de las especies y la biodiversidad”, especifica esta vecina y señala que están ratificadas en el recientemente reformado Código Urbanístico.
En el cotidiano, los ejemplares para plantar vienen de varios lados, siempre son donaciones. Hubo entregas de Un Árbol para mi Vereda, de Renacer de la Laguna, también del Centro de Información y Formación Ambiental (CIFA). Nahuel allí es voluntario y es vecino de Villa Devoto. Cuenta que lo importante de estas iniciativas es generar vínculos que se extiendan en el tiempo, tanto para la plantación como para el cuidado.
“Así como la naturaleza es sabia, intentamos con este proyecto recomponer el ambiente. Aprendí que esta acción genera un cambio en el entorno, por eso queremos seguir, pese a dificultades, para que sea positivo”, concluye Graciela.
Publicado en Revista La Unión