Una histórica escuela de Once se convierte en un clásico para eventos de animación japonesa
Ubicada en Azcuénaga y Mitre, sus pasillos neogóticos se usan los fines de semana para convenciones que convocan a públicos de todas las edades.
Ubicada en Azcuénaga y Mitre, sus pasillos neogóticos se usan los fines de semana para convenciones que convocan a públicos de todas las edades.
Por Juan M. Castro
Sábado, media tarde. De un lado de la esquina hay creyentes, seguidores, fieles. Del otro también. Sobre Bartolomé Mitre, en plena zona de Once, una inmensa cola con velas rojiverdes se comprime y vuelve a agrandarse como un bandoneón mientras cientos entran y salen de visitar la imagen de San Expedito en la Parroquia de Nuestra Señora de Balvanera. Sobre Azcuénaga, otra multitud espera a las puertas del centenario Colegio San José. Un aire juvenil predomina, con mochilas colorinches, estampas en japonés, disfraces con pelos vibrantes y cientos de chistes y alusiones a personajes y situaciones dibujadas en el país del sol naciente.
Cuando el bandoneón de otakus (seguidores de manga y animé), gamers (fanáticos de juegos de video), cosplayers (entusiastas que se disfrazan de sus ídolos de ficción), cantantes de J pop y karaoke (melodías populares japonesas), fanzineros (editores de revistas artesanales) y tantos otros se achicó y ensanchó varias veces, empieza a tomar vida el gran salón interno del San José, donde tiempo atrás también caminaron juveniles Hipólito Yrigoyen (presidente de la Nación en 1916-1922 y 1928-1930) o Enrique Mosconi (presidente fundador de YPF).
Al principio, cada cual está en la suya mientras suena de fondo una musiquita pop que se repite en calesita hasta el cansancio. Hay familias que buscan el chiche más barato para sus hijos entre mesitas abarrotadas de llaveros, cartas, posters, muñecos y muñecotes. Hay quienes prueban suerte con leer historietas orientales (manga) dibujadas por artistas locales, que tiran bosquejos en hojas blancas para no aburrirse.
Los disfrazados se sacan fotos en el patio descubierto, ideado hace más de 100 años con aires italianizantes, piso en damero y columnas y recovecos con enredaderas verdes y rojas para embellecer una barriada de ranchos bajos, pero que ahora bien puede ser el recreo de Harry Potter. Hay escaleras de mármol que llevan a más recovecos. Cada vez con más ornamentos. Hay vitreaux con emblemas nacionales y los escudos del San José. También se cuentan talladuras en madera y bronces por doquier con fechas y acontecimientos históricos a recordar. Es la sensación de estar en un museo sin marcos o señaléticas.
Este imponente inmueble, hoy Monumento Histórico Nacional (2004) y Área de Protección Histórica (APH), fue creado en 1858, apenas 25 años después que la parroquia y el barrio mismo. Los Padres Bayoneses estuvieron a su cargo y desde ese momento, la institución educativa fue de las más importantes tanto en la ciudad como el país. Tras un tembladeral económico a fines del 2000, se instalaron puestos comerciales en gran parte de sus veredas. La institución, pese a la crisis, no cerró y continúa vigente con un siglo y medio de vida. Parte de esta reinvención dio lugar a celebrar estas convenciones de cultura pop los fines de semana.
Agenda Porteña charló con algunos jóvenes (y no tanto) que frecuentan el San José. En la cola sobre Azcuénaga, damos con Jorge, que tiene 17 años y acompaña por primera vez a su hermano de 14, Hernán. El primero, nuca rapada y un amplio flequillo al costado con una franja amarilla, nos dice que ambos viven en San Justo, llegar a Balvanera es lo más cerca que tienen para compartir con gente de carne y hueso su gusto por las historietas japonesas: “Hoy con las redes te ponés en contacto con gente de todos lados. De Colombia, España. Decimos qué nos parecen y compartimos. También está bueno venir acá y ver novedades”.
Tobías tiene 22 y una mochila abarrotada, él dirá luego, de bendas para el toro y rostro y una especie de bata japonesa lila. En su mano lleva una espada tipo katana de madera y epoxi. Nos cuenta, mientras nos mira con pupilas violetas por el uso de lentes de contacto (los personajes de series japonesas tienen estos colores llamativos), que una vez adentro del San José, tras una breve visita al baño, saldrá personificado como uno de sus personajes favoritos: “Hago cosplay. Que es personificar a algún protagonista de manga o animé. Elegí a Makoto Shishio, que es uno de los antagonistas de Samurái X. Me gusta su personalidad, pero lo elegí en realidad porque no suelo ver a quienes lo personifiquen”.
Tobías, que deja su identidad “de civil” en un baño para salir al ruedo como Makoto se mimetizará luego con otros tantos que como él van a hacer amigos, reencontrarse con camaradas de convención y aquellos que van a dar por primera vez con este mundo donde la fantasía y las historias extraordinarias están a la orden del día. El lugar elegido para los encuentros se convierte así en lo más propicio, con lo mejor de la arquitectura de antaño y ese halo de misterio ideal.
Fuente: Agenda Porteña