Tras la conversión en Ecoparque, qué pasará con los animales del Zoo

El miércoles pasado la Legislatura porteño convirtió en Ley el proyecto que pone fin al Zoológico, pero hay polémica sobre el destino de ejemplares de distintas especies.

Tras la sanción de la ley para reconvertir el predio, no se descarta el traslado de ejemplares a otras instituciones zoológicas, punto que rechazan los proteccionistas y que había sido descartado originalmente por la administración que encabeza Horacio Rodríguez Larreta.

Según informa hoy el diario La Nación, en un giro sobre lo anunciado en junio por el gobierno porteño, la Legislatura de la Ciudad aprobó la ley para la “progresiva reconversión” del zoo de Palermo en un ecoparque. El modelo institucional amalgamará la exhibición acotada de fauna en recintos adaptados a estándares de bienestar animal, el estímulo a proyectos de conservación y la educación ambiental mediante experiencias interactivas.

El texto sumó amplias modificaciones a las propuestas originales. Pero se mantuvo fiel en su propósito de reducir su colección de 1500 animales, en la restauración de su patrimonio histórico y en la creación de un centro de rescate para la vida silvestre. La norma introdujo la creación de una Comisión Especial de Seguimiento y Control para la transformación del zoo. Integrada por 11 legisladores, fiscalizará el paulatino traslado de los animales a centros con mejores condiciones de vida, incluidas otras instituciones zoológicas, una opción excluida en el texto original.

El proyecto oficialista, consensuado con la oposición, terminó desestimando las propuestas de la liga animalista Sin Zoo, avaladas por 135.000 firmas de porteños y contenidas en el proyecto de ley del legislador Adrián Camps (PSA). El espíritu de esa ley se colaba en el primer borrador de Cambiemos, cuestionado luego por ONG conservacionistas; se apuntaba a restringir progresivamente la exhibición de animales en cautiverio, a prohibir toda reproducción y a relocalizar la fauna apta de ser trasladada a santuarios y reservas. En el largo plazo, se aspiraba al cierre del Zoo por entender al cautiverio como una forma de crueldad. Parte de ese argumento, fue respaldado hace seis meses por el jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, y su ministro de Modernización, Andy Freire.

Pero luego sobrevinieron las marchas y contramarchas. En primer lugar, la ley 22.421 de Fauna no contempla que animales de manejo (en cautiverio) en zoos puedan ser trasladados a instituciones no acreditadas ni fiscalizadas. En el país no existen santuarios y las reservas o centros de rescate acogen sólo especies en rehabilitación para futuras liberaciones. Derivar animales exóticos en cautiverio, velando por su bienestar, es una tarea extremadamente compleja, ardua y onerosa.

El cambio de rumbo abrió un frente de tormenta en el activismo animal que, mediante protestas en redes sociales y en el predio de Palermo, sigue bregando por el futuro cierre del zoo programado para cuando muera el último ejemplar allí alojado. Pero, sancionada la ley, ahora las cuestiones candentes son otras: dada la degradación generalizada en la que hoy están sumidos los zoos del país, la única opción para cumplir fielmente con los compromisos de la flamante norma sería derivar la sobrepoblación de fauna a santuarios y reservas fuera del país o a instituciones zoológicas del exterior, con altos estándares de bienestar. La ley deja abierta la posibilidad de que la relocalización sea a nivel nacional; ése es el punto rechazado por los proteccionistas.

La Fundación Temaikèn afirmó a LA NACION que no acogerá animales del zoo por restricciones de espacio. Otro parque con aceptable infraestructura es el de Bubalcó, en Río Negro. Pero allí, por causas que no fueron informadas, murió recientemente el yaguareté Tango, trasladado en febrero desde zoo de Palermo, en una triangulación de ejemplares para un proyecto reproductivo en Corrientes de CLT.

Hay gritos de guerra entre proteccionistas. Tildan la ley de “ecofraude” y se movilizan por el futuro destino de los animales, que serán cedidos a título de gratuito.

La ley gestada junto a los diputados Hernán Rossi (Suma+) y Marcelo Depierro (Confianza Pública), y aprobada por 38 votos positivos, prohíbe además incorporar y reproducir especies, salvo las incluidas en proyectos de conservación. Insta a reacondicionar con puntos ciegos los recintos necesarios para que los animales puedan guarecerse de las miradas humanas.

“La reforma será lenta -admitió Rossi-. Lograr un ecoparque ideal demandará unos 15 o 20 años. Pero esto no es un fracaso, sino el punto de partida hacia el nuevo paradigma: el que pasa de la dominación del hombre sobre los animales a la convivencia y el respeto. Aspiramos a evolucionar hacia la prohibición total de la exhibición de animales en cautiverio.” En la sesión legislativa fue abucheado con epítetos.

“Ganaron los intereses corporativos de los zoológicos para seguir lucrando a costa del sufrimiento, la zoocosis y la esclavitud de los animales. Pero no nos vamos a rendir”, dijo a LA NACION Malala Fontán, de Sin Zoo. Y desafió: “¿Dónde estuvieron todos los lobbystas en los últimos 30 años mientras el zoo se degradaba, los animales se morían y los lobos marinos eran usados en actos circenses prohibidos por ley?”.

Rosario Espina, titular de biodiversidad del ecoparque, informó que a partir de febrero comenzarán con algunas obras de infraestructura en recintos y bretes y con acciones de enriquecimiento ambiental. “Los cambios visibles comenzarán a verse en junio”, dijo. Y agregó que, como primera medida, intimarán a la DNF para que relocalice los 50 animales allí alojados rescatados del tráfico ilegal.

Los conservacionistas, por su parte, encabezados por el director científico de Fundación Temaikèn, Eduardo Francisco, comprometieron su “conocimiento en lo que sea necesario para la transformación exitosa del ecoparque en una institución de conservación”.