Sin pasión no hay museo: el Templo del Fútbol de Argentinos Juniors cumple 10 años
Está ubicado dentro del estadio y buena parte de su patrimonio son donaciones de hinchas, socios y jugadores.
Por Juan Manuel Castro
Con pasión, con amor, con creatividad. Así los hinchas construyeron el museo de la Asociación Atlética Argentinos Juniors (AAAJ), dentro del estadio Diego Maradona, que este 25 de noviembre cumplió 10 años. Los trofeos, camisetas e incunables en las vitrinas son donaciones de deportistas, familiares, vecinos. La voluntad es documentar 115 años de historia, pero también celebrar las anécdotas orales detrás de cada objeto. Hay una dimensión íntima y barrial que vuelven único a este sitio, bautizado “El Templo del Fútbol”.
En Gavilán al 2100, a metros de la estatua de Maradona que corona las cinco esquinas, hay una escalera de cemento que lleva al primer piso, un pasillo donde conviven el museo, la sala de vitalicios y un acceso a las tribunas. Hay unas siluetas en tamaño real de Diego Maradona, el “Checho Batista” y otros ídolos. La mayoría están firmadas. En esta precuela también hay un pedazo de la tribuna de madera del antiguo estadio que tuvo el Bicho. Una foto muestra que varios tablones se usaron para hacer un muelle en Campanópolis (urbanización de fantasía en González Catán). Sobre el ingreso hay una placa que recuerda a los hinchas de AAAJ detenidos-desaparecidos por la última dictadura militar.
El museo propiamente dicho es un extenso salón rectangular. Apela a lo cronológico, pero dedica amplios sectores a hechos puntuales como campeonatos o figuras. Las visitas (martes de 10:30 a 14:30 y los viernes de 13 a 17) incluyen recorridos por la cancha, los vestuarios y la sala de prensa. Asisten particulares, pero también escuelas y contingentes de turistas de todo el mundo.
En cuanto a los orígenes de AAAJ, en el muro de ingreso hay una pintura con los adolescentes que crearon el club. Los primeros jugadores eran casi todos descendientes de italianos. Eran dos grupos: Sol de la victoria y Mártires de Chicago. Eran anarquistas y socialistas, por eso el color rojo. Como el fútbol tenía raigambre inglesa (football), querían dejar clara su pertenencia. A los pibes les decían los Criollos de La Paternal (hace más de un siglo los límites barriales eran distintos a los actuales).
El museo atesora varias fotos de aquellos tiempos iniciáticos. Se conservan nombres, direcciones, documentos gráficos. Jaime Lerner, guía del museo y uno de sus creadores, recuerda: “Un día vino señor de 90 años y contó que era el hijo de Demarco, uno de los fundadores de AAAJ, habló de su padre, de las polémicas y confusiones entre qué jugador era anarquista o socialista”.
“Me hace cortocircuito en la cabeza porque no asocio que un señor de 90 años sea hijo de un pibe de 15”, bromea al mostrar el mural.
En las vitrinas hay un banderín de cuando AAAJ subió a primera, está firmado por los jugadores con la leyenda “El Tifón de Boyacá”. También hay muchas remeras usadas por jugadores a mediados del siglo XX. Las trajeron sus familiares y hoy están expuestas con la fecha estimada y los nombres de los deportistas. Otros fanáticos del bicho han donado parte de sus colecciones personales, ya sean recortes de diarios o incluso carnets de socio; uno de los más famosos en exhibición es el de Carlos Salvador Bilardo cuando era niño.
En este sentido, Jaime habla sobre una pertenencia única a este museo: “La gente siente que es el lugar para que estén estos objetos con tanto valor. Vienen a ver si cuidamos las cosas. Quienes las donaron no vienen a cualquier lado, vienen a su propio museo. Después traen a sus conocidos de la mano, emocionados, para mostrarles”.
Una sala exclusiva homenajea a Diego Armando Maradona. Allí hay una remera con su firma, memorabilia, la medalla que obtuvo al haber ganado con los Cebollitas el torneo Evita, un hito en la carrera del 10 y del Bicho.
Hay documentos oficiales como fichas, pases, distinciones nacionales. Jaime cuenta: “Cuando los fuimos a plastificar, en la librería del barrio nos pedían fotocopias, querían tener ese tesoro”.
En esta sala está emplazada la Biblioteca Futbolera Diego Armando Maradona. Hay una por cada jugador de la selección nacional que ganó la copa del mundo en 1986. “Esta es la única en el mundo que está emplazada dentro de un estadio de fútbol. La idea es que haya de todo, Argentinos puso sus propios libros: el de los 110 años, libros de cuentos, estadísticas, de fotografía”.
“Los hinchas donaron libros de cuentos, biografías de futbolistas, libros de estadísticas”, dice Jaime. Hay otras bibliotecas de jugadores de AAAJ en la selección: “Checho” Batista en Villa del Parque y Borgui en Morón.
Entre los hitos del lugar, están las cinco copas que dan lugar a las cinco estrellas en la camiseta de AAAJ: tres torneos locales, la Interamericana y la Libertadores.
Se complementan con vitrinas que exponen el bombo de un hincha que acompañó la campaña de la década del 80 (“una época dorada en el club”), cotillón de los festejos, entradas, botines de jugadores, medallas. Hay incluso una colección de muñecos con el equipo ganador de 2010 (torneo clausura). “La hizo un hincha y la donó al museo, está expuesta junto a una medalla que trajo un futbolista”, repasa Jaime.
Las camisetas son una de las atracciones que más despiertan el interés de los visitantes. Sobre uno de los muros hay una amplia colección con diseños de todas las épocas. Están enmarcadas y fechadas. Hay una segunda casaca firmada por Maradona, una réplica de la que usó en sus primeros partidos. AAAJ incluso llegó a usar franjas blancas y verdes. Atesoran una casaca celeste que se usó solo en tres partidos entre 1959 y 1960.
En recuerdo de los ídolos, hay una camiseta firmada por Juan Román Riquelme, que usó cuando era adolescente y jugaba en el club. Una foto complementa la exposición. En otro muro se evoca a Lionel Messi porque jugó su primer partido de selección en este estadio. Por eso hay una camiseta firmada y enmarcada que recuerda lo sucedido. También hay de José Pekerman, Batista, Biglia, Pareja.
A poco de abrir, desde el Gobierno porteño los convocaron a ser parte de La Noche de los Museos. “Era como salir campeones, era un honor estar en la misma actividad que más de 200 museos de toda la ciudad”. Gracias a ese empuje se hicieron mejoras en el museo y se construyó la sala de Maradona.
Jaime, que ahora estudia para ser guía de turismo gracias a su labor aquí, dice que sin pasión no hay museo posible: “Acá vos podés recorrer en silencio y ver un lugar importante. Pero la clave de este museo son las visitas guiadas. Somos hinchas, vinimos a la cancha a ver a los ídolos de distintas épocas, tenemos una narración oral que da sentido a lo que está expuesto. El legado material de hinchas y jugadores toma más fuerza con las anécdotas que nos transmiten. Es el alma que hace que esto esté vivo”.