Ruidazo: ¿el 8N del macrismo?

Nota de análisis sobre la protesta #14J contra el aumento de las tarifas de servicios públicos.

Ante el Ruidazo de esta noche, sectores del gobierno acusan al kirchnerismo de fogonear el descontento social. Comerciantes, usuarios y agrupaciones de consumidores dicen que los aumentos y las caídas en las ventas ponen en jaque la economía.

En los últimos años, en Argentina cada vez que se postuló una movilización masiva en el espacio público se puso en debate su legitimidad. Se toma de referencia el “punto de partida” de los cacerolazos del 2001, donde la crisis económica de la moribunda convertibilidad trazó una bisectriz de crisis para la mayor parte de la pirámide social. “Piquete y cacerola, la lucha es una sola”, indicaba el canto de época, donde había una separación de estratos: piquete para sectores bajos y cacerola para los medios.

En lo que respecta al Ruidazo de esta noche, muchos, sobre todo en el gobierno, plantean que es una estrategia ligada a sectores concentrados del kirchnerismo más que a un reclamo ciudadano ante los nuevos costos de vida. De todos modos, el macrismo vive del otro lado del mostrador los hechos ocurridos en los cacerolazos contra la segunda gestión de CFK. Desde la Casa Rosada, Cambiemos ve un intento de debilitar al gobierno de Macri con multitudes en calles y plazas. Igual alerta levantaron hace algunas semanas con la movilización de docentes universitarios, por caso.

En la vereda de enfrente, agrupaciones de comerciantes, entidades de consumidores y un largo etcétera arenga por llenar las calles para mostrar el descontento ante la incertidumbre laboral que genera recibir mes a mes boletas de cuatro y cinco cifras.

“Para no evocar la cacerola, se apela al ruido como un vertiente nueva de protesta en el espacio público.

Entre los convocantes a la protesta están Héctor Polino de Consumidores Libres, Osvaldo Bassano de ADDUC y otras organizaciones como el Movimiento en Defensa de los Derechos de los Consumidores, Usuarios y del Medio Ambiente (MODECUMA), la Unión de Usuarios y Consumidores (UUC),la Asociación de Consumidores Libres (ACL), la Asociación de Defensa de usuarios y Consumidores (DEUCO), el Instituto de Defensa del Usuario y Consumidor (INDUCAM), La Federación de Mutuales para la Defensa Organizada del Consumo de Argentina (FEMUDECO), Taller del Sur, la Liga de Consumidores (LIDECO), Consumidores Argentinos y la Asociación de Defensa del consumidor de Rosario y su región (CESyAC).

Bajo el lema “No queremos cerrar”, la agrupación Comerciantes contra el tarifazo defienden el Ruidazo: “Con el 500% de aumento de luz, los de gas y agua que ya están anunciados y la caída en las ventas no podemos sostener nuestra fuente de trabajo. No queremos trasladar a precios. No queremos despedir empleados. No queremos cerrar”.

Aún así, hay quienes ver una mano partidaria del kirchnerismo que quiere recuperar legitimidad o al menos verse beneficiado de esta expresión de descontento ciudadano.
Desde los sectores que se reconocen abiertamente “Anti K” evocan las marchas como el 8N para refutar la protesta de esta noche. En redes sociales comparten la estampa que muestra cómo en noviembre de 2012 miles de personas llenaron la 9 de Julio, en torno al Obelisco, aparte de otros puntos porteños y del interior. Buscan darle legitimidad ciudadana a aquellos encuentros y teñir de estrategia partidaria a la concentración del Ruidazo.

En aquel entonces hubo dos vertientes que pensaron a la movilización. Por un lado, quienes plantearon al cacerolazo como una protesta ciudadana de cierto sector que pedía frenos al gobierno nacional. La corrupción, el límite a cierto tipo de compras (cepo) y el tono de la Jefa de Estado fueron algunos de los reclamos que se advertían en la gran cantidad de pancartas. En el otro lado del mostrador, hubo quienes postularon a esta marcha como un intento de repudiar al gobierno por sus políticas con respecto a derechos sociales.

Estos sectores, muchos ligados al kirchnerismo, los habían definido como los “cacerolazos de Clarín”, para ligar poder político y económico escudado en malestares ciudadanos.
La controversia de aquel entonces fue plantear que sectores de alto poder adquisitivo, junto a la oposición partidaria del Congreso, habían empujado los cacerolazos, por lo que sectores de clase media nutrieron el grueso de la concurrencia. Desde el kirchnerismo lo planteaban como una paradoja: sectores de capas medias que recibían beneficios en forma de subsidios, proyectos de vivienda como el Procrear e iniciativas similares protestaban contra un gobierno que se había enemistado son el “círculo rojo”.

Hasta en el nombre hay una disputa de sentido y una búsqueda de separarse de lo que ocurrió en las jornadas del 8N. Para no evocar la cacerola, se apela al ruido como otra vertiente nueva de protesta en el espacio público.

En los sectores sindicales están atentos a la transición de la CGT, signada por el devenir de su líder Hugo Moyano. La falta de su apoyo concreto a los sucesos de esta noche, aparte de la dispersión en la agenda mediática de alcance masivo, parecen llevar a deslucir la fuerza del reclamo.

Será cuestión de la contundencia, de la concurrencia y de las próximas acciones directas que tomen las agrupaciones de comerciantes y afines para seguir de cerca los próximos pasos del gobierno ante la ecuación de reducir el déficit, no ahogar la actividad económica y evitar que se profundice la crisis económica.

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