¿Qué hacer con las pilas gastadas?

Las pilas son desechos altamente peligrosos. Sin embargo, la secretaría de Ambiente de la Nación plantea que en Capital y Gran Buenos Aires pueden ser arrojados junto a la basura común.

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¿Qué debemos hacer como consumidores?
En la vida de todo consumidor de aparatos y dispositivos electrónicos portátiles llega un momento que toma carácter de encrucijada: qué hacer con esas pilas gastadas y baterías irrecuperables. Los más cuidadosos, informados de que no se trata un residuo común, intentan buscar alternativas en algún centro de recolección o una pista en alguna página web especializada. La mayoría, no obstante, se dejan llevar por esa pulsión tan típica de la sociedad consumista de deshacerse rápidamente de todo aquello que se vuelve obsoleto, sin tomar ciertos recaudos.

Según la Ley Nº 24.051, los residuos electrónicos como las pilas y las baterías agotadas son considerados legalmente como “residuos peligrosos universales”, una característica que establece que, los desechos compuestos por elementos de riesgo para la salud, deben recibir una recolección diferenciada de los residuos sólidos urbanos.

Sin embargo, esta condición parecería no ser relevante para la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Según informa la Secretaría de Ambiente de la Nación, estos distritos están exceptuados en lo que refiere a tratamiento diferenciado del residuo.

“En el caso del usuario que se encuentra en la Ciudad de Buenos Aires o Gran Buenos Aires, las pilas comunes y alcalinas pueden ser desechadas junto con la basura común. Esta basura domiciliaria es dispuesta en rellenos sanitarios pertenecientes al CEAMSE, y según informa dicho organismo, estos rellenos han sido diseñados con técnicas preparadas para recibirlas”, reza la web del organismo gubernamental.

Ahora bien, ¿habría que seguir esta recomendación? Para Greenpeace Argentina no.

“Las pilas terminan en lugares donde hay otros tipos de residuos. Allí se da un proceso con los líquidos lixiviados, es decir, aquellos líquidos que caen de los residuos orgánicos y que terminan corroyendo las pilas. De esta forma, se escapa toda una sustancia tóxica que penetra en las napas y el suelo”, afirmó a Infobae.com Eugenia Testa, Directora Política de la ONG y agregó que “los rellenos sanitarios no es tampoco una tecnología propicia para la basura común”.

Materiales peligrosos

Según Greenpeace, alrededor de un 30% del contenido de las pilas presenta materiales tóxicos capaces de dañar a la salud y el medio ambiente. Absolutamente todas las baterías contaminan, ya que sus componentes riesgosos, generalmente metales, al ser liberados tienen un potencial capaz de desarrollar desde células cancerígenas (cadmio), hasta graves alteraciones emocionales (manganeso) y en el sistema nervioso central, cardiovascular y respiratorio (mercurio, plomo, litio).

“La secretaria de Ambiente plantea que si las pilas se tiran de a una, no hay ningún problema y que el problema es la concentración como si fueran a parar a un campo de rosas”, criticó la referente de la organización ecologista.

Ahora bien, tampoco olvidó achacar su responsabilidad al sector privado. “Las empresas obtienen ganancias con la producción de estos artefactos. A propósito, los producen con una vida útil mucho más corta”, fustigó Testa. “Más allá que las empresas digan que no contaminan, las pilas siguen siendo tóxicas”, subrayó.

Una zona gris

Uno de los problemas principales para la gestión de los residuos de pilas se debe a que estos materiales están en una zona “media” o “gris”, ya que están clasificados tanto como desechos “peligrosos” como “domiciliarios”, es decir, toda aquella basura que producimos en el hogar y que generalmente no suele ser tóxica.

Esta ambigüedad normativa suele profundizar la confusión sobre cómo se debe procesar este tipo de basura. En este sentido, la descentralización municipal para la recolección de los desechos sería un agravante de la situación. “Los municipios han rellenado bancos de cemento y estatuas, cosas totalmente rechazadas por el INTI. La solución del problema de las pilas es una de las cosas que más reclama la gente. Por eso, los municipios se ven en la obligación de hacer algo, las juntan, y luego no saben qué hacer”, explicó Testa.

Por lo tanto, “hoy los residuos eléctricos y electrónicos no tienen una legislación y el tratamiento especial que merecen”, sentenció la directora de la ONG.

La ley de basura electrónica

No es que no haya creatividad para resolver el vacío legal que impide la gestión eficaz de pilas y otros desechos eléctricos. Actualmente, se encuentra pendiente la sanción de un proyecto de Ley de Basura Electrónica, que ha sido presentado en la comisión de Ambiente y Desarrollo Sustentable del Senado en el 2008 y debió volver a reiterarse en 2011.

“La ley de basura electrónica establece un régimen exclusivo y especial para este tipo de residuos. En primer lugar, para separarlos de lo que es el flujo de la basura domiciliario y, en segunda instancia, para establecer a nivel nacional un sistema de gestión de residuos que establezca prioritariamente la reutilización de estos artefactos, el reciclado u otro tipo de valorización”, explicó Eugenia Testa.

La iniciativa legal, que es novedosa para la Argentina pero no así en otros países (donde sus principios tienen plena vigencia), para Greenpeace “lo que tiene de interesante es que la responsabilidad tanto material como financiera de ese sistema de gestión recae sobre las empresas productoras, no sobre el estado”.

Sin embargo, a pesar de que la norma esté en sintonía con las directivas europeas y establezca la solución más eficiente para enmendar los inconvenientes relativos al tratamiento de los desechos electrónicos, aún no ha podido ser sancionada en el Congreso Nacional.

Mientras tanto, ¿qué hacemos con las pilas y donde llevarlas?

Greenpeace establece las siguientes recomendaciones para los usuarios:

1. No usar pilas. En caso de ser necesario, reducir su consumo comprando pilas recargables.

2. No consumir pilas sin marca o “piratas”, ya que contaminan más que las comercializadas legalmente.

3. No arrojar las pilas a la basura, debido a sus componentes contaminantes.

4. En caso de vivir en la Ciudad de Buenos Aires, llevar las pilas a los centros de recolección de pilas y baterías de las diferentes marcas. Según un relevamiento realizado por la ONG ambientalista en el 2010, estos puntos no estaban funcionando. En caso de que esto suceda, comunicarse con el Gobierno de la Ciudad o la autoridad gubernamental correspondiente. Para la provincia de Buenos Aires y resto del país, la gestión de la recolección depende de los distintos municipios.

5. Exigir a los productores (fabricantes e importadores) que se hagan cargo de los residuos de pilas y baterías.

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