Pelucas y bandoneones: la muestra para conocer a Piazzolla arriba y abajo del escenario

Pura Ciudad recorrió la muestra El revolucionario del tango, montada en el sexto piso del CCK.

En el sexto piso del Centro Cultural Néstor Kirchner (Sarmiento 151) se exhibe la muestra “Astor Piazzolla. El revolucionario del tango”. Abrió el 11 de marzo, día en que se cumplieron 96 años del nacimiento del músico, y desde entonces se puede recorrer de miércoles a domingos, y feriados, de 13 a 20 con entrada libre y gratuita.

Pura Ciudad visitó la exposición, marcada por el equilibrio entre el uso de recursos tecnológicos para revivir lo mejor del bandoneonista sobre escenarios y el paneo por la vida íntima de este referente tanguero a través de objetos, ropas y fotos.

Con respecto a lo primero, vale destacar los elementos de simulación holográfica de su bandoneón, la chance de descargar álbumes de fotos a través de tablets con código QR y la mini sala del fondo donde se proyectan célebres conciertos; decora este espacio una foto gigante de Piazzolla en medio de una sala vacía para crear un ambiente teatral.

Como este detalle, la exposición montada en el CCK abunda en recursos efectivos para aprender sobre el artista. A un costado de esta sala que proyecta conciertos, hay una línea de tiempo con todos los hitos de Piazzolla, desde haber conocido cuando era niño a Carlos Gardel hasta la fructífera vida musical. Hay amurados varios libros con esta misma línea junto a fotos ilustrativas que ayudan a describir cada periodo.

Si bien este aspecto museográfico es efectivo y se nota la dedicación puesta en él, el corazón de esta muestra está en exhibir pertenencias del célebre tanguero. En el centro de la sala, por caso, está el bandoneón que utilizaba Piazzolla en sus principales conciertos. Se lo puede ver a medio plegar, en un buen estado de conservación.

También se exhibe, por primera vez, el smoking que utilizó para dar dos conciertos en el Teatro Colón (1983 y1985). Una nota alusiva acompaña esta vestimenta e indica que el bandoneonista solía usar las mismas ropas por 15 años, no era un tema al que le dedicara mucho tiempo. Al lado hay otra vitrina con ropa “de calle” del músico acompañada por fotos donde las está usando junto a amigos y colegas tangueros. Estos momentos de intimidad le dan hondura al recorrido y son una forma de acercarse al músico desde abajo de los escenarios.

Una vitrina muestra a Piazzolla en el íntimo momento de la composición musical. Se exhiben sus herramientas de trabajo. Hay varias pipas y un cartel asegura que tenía el hábito de coleccionarlas. En este espacio también hay partituras, lápices, un metrónomo, una regla de metal de una compañía de seguros y anteojos de marco azul. Acompañan fotos blanquinegras donde el artista está en plena tarea. Son imágenes de distintas épocas: se lo ve con el pelo oscuro y también sobre sus últimos años.

Uno de los objetos más emblemáticos está ubicado en una vitrina dedicada a su niñez. Entre varias partituras, harmónicas de los años 30 y una camisa usada por el niño Piazzolla acompañada de una foto que certifica la pertenencia, se puede apreciar en detalle una escultura en madera de un compadrito sentado que toca el bandoneón. La leyenda “Berretín” está tallada en objeto que perteneció a Vicente “Nonino”, el padre de Piazzolla. Hay una foto familiar con este objeto en el centro de escena.

Otro acierto de esta muestra es el apartado que se dedica a contar el pasatiempo que alegraba al músico. Están en exhibición varios elementos de cotillón como pelucas, orejas postizas, lentes con bigote, manos de juguete. Disfrutaba de disfrazarse y hacer bromas con amigos. Lo interesante es que están acompañadas de fotos donde el mismo Piazzolla lleva puesto estos objetivos. En una de ellas se lo puede ver con una peluca y anteojos mientras toca el piano. Se trata de una versión a contrapelo de las tomas artísticas y sobrias de este célebre tanguero que ayudan, como buena parte de esta exhibición, a redescubrirlo como persona.

Biografía de Astor Piazzolla

Astor Piazzolla nace el 11 de marzo de 1921 en Mar del Plata. En 1925 su familia se radica en Nueva York, donde Astor vive hasta sus quince años. En la ciudad norteamericana obtiene de manos de su padre su primer bandoneón, y estudia el instrumento con Andrés D’Aquila. Conoce a Carlos Gardel, y tiene un pequeño papel en la película El día que me quieras (1935).

Con el regreso de su familia al país, en 1936, Piazzolla pasa a integrar varias orquestas; en 1939 se incorpora a la fila de bandoneones de Aníbal Troilo y luego se convierte en arreglador de esa formación. En paralelo, estudia con Alberto Ginastera y Raúl Spivak, y en 1942 se casa con Dedé Wolff, con quien tiene dos hijos, Diana y Daniel. Sus arreglos, poco indicados para el baile tal como entonces se practicaba en los salones porteños, comienzan a ser demasiado complejos para el gusto de Pichuco, de manera que en 1944 Piazzolla abandona la formación y pasa a dirigir a la orquesta que acompaña al cantor Francisco Fiorentino. La sociedad musical con Fiorentino duró dos años, pero el corto tiempo alcanzó para registrar notables versiones de “Viejo ciego” y “Volvió una noche”, entre otros.

En 1946 forma su propia orquesta, con la cual graba treinta temas, incluyendo obras como “Taconeando”, “La rayuela” y “El recodo”, así como también cinco composiciones originales. A partir de este momento crece la veta compositiva de Piazzolla, y obras como “Para lucirse”, “Contratiempo” y “Triunfal” pasan a integrar el repertorio de orquestas como las de Troilo, Francini-Pontier, Osvaldo Fresedo, entre otras.

En 1949, Piazzolla decide disolver su orquesta y se aleja por un tiempo del tango. En Bartók, Stravinsky, músicos de jazz y otros sonidos, el talento de 28 años comienza a buscar su personalidad musical. Abandona el bandoneón y comienza a estudiar dirección orquestal. En 1953, su obra Buenos Aires (tres movimientos sinfónicos) gana el primer premio en el concurso Fabien Sevitzky y genera un intenso debate entre el público por la incorporación del bandoneón a la formación orquestal.

Becado por el Conservatorio de París, en 1954 se traslada a Francia para estudiar música con la compositora y célebre pedagoga Nadia Boulanger, quien, según palabras de Astor, lo persuade de no dejar el bandoneón y el tango, y le pide “no abandonar nunca al verdadero Piazzolla”. De esta manera, el músico sigue su consejo y graba dieciséis temas, acompañado por la Orquesta de la Ópera de París y el pianista Martial Solal. Así nació, entre otros, el tango “Nonino” (antecedente de “Adiós Nonino”), y otras piezas como “Marrón y azul” y “Chau París”.

Ya de regreso en la Argentina, Piazzolla forma dos conjuntos: por un lado, una orquesta de bandoneón y cuerdas; por otro, el Octeto Buenos Aires. Con músicos de gran nivel y una formación de bandoneones, violines, contrabajo, cello y guitarra eléctrica, el Octeto sella el inicio del tango contemporáneo, con un estilo rupturista marcado por las innovaciones compositivas e interpretativas que se alejan del modelo clásico de orquesta típica, del cantor y del bailarín. El conjunto graba solo dos discos, hasta su disolución en 1958.

Piazzolla viaja entonces a Nueva York, donde experimenta con el tango-jazz, y en 1960 vuelve a Buenos Aires para formar el Quinteto Nuevo Tango, que sería una de sus formaciones emblemáticas. Graba numerosas composiciones originales, como “Adiós Nonino”, “Decarísimo”, “Introducción al ángel”, “Muerte del ángel” y muchas otras.

En 1965 registra dos importantes álbumes: Piazzolla en el Philarmonic Hall de Nueva York y El tango (a partir de los poemas de Jorge Luis Borges, y con la voz de Edmundo Rivero). La operita María de Buenos Aires, de 1968, es fruto de su sociedad creativa con Horacio Ferrer, con quien compuso, entre muchos temas, “Balada para mi muerte”, “La Bicicleta Blanca”  y “Chiquilín de bachín”. La pieza más popular del binomio es “Balada para un loco”, con la voz de Amelita Baltar, que vende 250 mil unidades en poco tiempo. En los años siguientes, Piazzolla registra el LP Concierto para Quinteto, y en 1972 forma el Conjunto 9, con el cual edita Música contemporánea de la Ciudad de Buenos Aires.

Al tiempo, se instala en Italia, donde da a conocer obras como “Libertango” y el disco Reunión cumbre (grabado con el saxofonista Gerry Mulligan y una orquesta de músicos italianos) y, a mediados de la década del setenta, tras la muerte de su gran maestro Aníbal Troilo, le dedica un disco entero, titulado Suite Troileana. También escribe una serie de obras para el Mundial de Fútbol disputado en Argentina en 1978. Desde entonces, Astor se une a grandes músicos internacionales como Gary Burton, se convierte en una figura de culto en festivales de jazz y sus formaciones adquieren en los años ochenta un enorme reconocimiento internacional, que tiene un punto culminante en el concierto realizado en el Central Park de Nueva York en 1987 con un quinteto integrado por Pablo Ziegler en piano, Fernando Suárez Paz en violín, Horacio Malvicino en guitarra y Héctor Console en bajo. La presentación queda registrada en un álbum, con temas como “Verano porteño”, “Lunfardo”, “Adiós Nonino”, “Contrabajísimo” y otros.

En agosto de 1990, mientras se encontraba en la ciudad de París, sufre una trombosis cerebral y muere en Buenos Aires el 4 de julio de 1992. Deja un poderoso legado de más de mil temas, bandas de sonido para cuarenta películas y una influencia musical que se hace notar en músicos de tango de las siguientes generaciones, y que abarca homenajes de figuras de otros géneros y países como Yo-Yo Ma, Kronos Quartet, Gidon Kremer y Al Di Meola, entre muchos otros.

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