Observatorio San José: el cosmos desde Balvanera

Fue instalado en 1913. Es hoy el más antiguo de Buenos Aires en actividad, y donde, hace más de cien años, los porteños vieron por primera vez estrellas, constelaciones y planetas.

El observatorio del Colegio San José fue instalado en 1913 por los padres bayoneses en la torre construida inicialmente en 1870. Esta era un mirador que, por ser la construcción más alta del barrio, fue declarada observatorio ideal de Balvanera. Es el primer observatorio astronómico de Buenos Aires que todavía se mantiene en actividad. Hoy, varios exalumnos dictan allí talleres de divulgación.

Cien años atrás, sobre la torre central del Colegio San José los porteños vieron por primera vez estrellas, constelaciones y planetas. La idea que tenían en su mente a fuerza de leer a Julio Verne o ver películas de Méliès apareció nítida y cercana desde el mismo telescopio que todavía hoy explora el cosmos en lo alto de Balvanera. 

El colegio San José es una de las joyas arquitectónicas del Once, ubicado en la misma manzana que la parroquia Nuestra Señora de Balvanera, donde se atesora la imagen de San Expedito. Lo fundaron en 1858 padres bayoneses, que por ser originarios del sur de Francia daban misa en vasco a los tamberos que trabajaban cerca de los corrales del Miserere, actual Plaza Once; en la escuela ejercieron el rol docente. 

El San José era privado y pupilo. Por su nivel educativo recibió a grandes protagonistas del país como Hipólito Yrigoyen y Luis María Drago. En 1871 el padre Pedro Pommés creó su torre almenada en el centro de la manzana de Azcuénaga, Mitre, Perón y Larrea, según el sitio oficial del observatorio. 

Entonces la ciudad terminaba en Once, el oeste era pura pampa. Se divisaban las casonas con alero, huerta, jardín y palomar. Según el Plano de la División Civil, gravado por H. Domenge (Litc. C. Grand, Cangallo 198) se ubica la periferia de la Ciudad en torno a la estación ferroviaria 11 de Septiembre. La última calle es La Rioja. En 1879 el Jefe del departamento general de policía mandó a Pedro Uzal a hacer un nuevo plano, que situó los límites en la actual Boedo. 

Los militares la usaban como mirador. Cuentan que Bartolomé Mitre desde allí vio los combates de Puente Alsina (Pompeya) y Corrales Viejos (Parque Patricios) en la Revolución de 1880, donde terminaron las guerras civiles argentinas. 

En 1913 los padres Pommés y Lamane crearon allí el primer observatorio astronómico porteño. Fue anterior al del Parque Centenario y al del Colegio Nacional Buenos Aires. El telescopio (astrográfico ecuatorial Mailhat) fue donado por Sinforoso Molina, ex alumno y padre de tres estudiantes. Lo mandó a traer de París. Este doble tubo de bronce con base hecha en fundición de hierro partió del Boulevard Saint-Jacques 41, al sur de la torre Eiffel, y llegó en barco a Balvanera. 
Desde entonces varias camadas de curas astrónomos enseñaron sobre el cosmos en Balvanera. Ramón Gay fue el último. Al morir, en 1974, el observatorio quedó vacío. Reabrió en 1981 por iniciativa de varios estudiantes secundarios y docentes. 

Fue “cuando el profesor de física Alberto Raiker y el profesor de matemática Eduardo Guelfo tuvieron la inquietud de conocer en qué estado se encontraba el Observatorio y decidieron subir a averiguarlo”, evoca el sitio oficial del observatorio. “Nos llevó cuatro años, las lentes tenían hongos, los pisos estaban saltados, fue duro volver a empezar”, recuerda Juan Diego Giraudi, quien luego se recibió de ingeniero. Una decena de ex estudiantes de diversas profesiones está hoy con este proyecto, devenido en asociación civil. 

La torre del San José hoy es un homenaje al cosmos y sus protagonistas. Tras unos recovecos, ascensores y escaleras de planta baja, ingresando por Mitre 2455, se llega a una escalera de madera empinada. Uno sabe que está más cerca cuando aparecen en sus muros un montón de cuadros con físicos, astrónomos y matemáticos. 

La llegada se da en etapas. Primero hay una sala-museo con elementos antiguos de medición, trozos de meteoritos, planos del colegio y fotos tomadas por el observatorio. Un piso arriba está el “escritorio”, habitación donde antes se revelaban fotos del observatorio, y luego el aula con proyector donde se dictan talleres. En lo más alto está la cúpula del observatorio. Allí se luce el telescopio tal como lo trajeron de París hace más de un siglo. 

El San José trabajó con otros observatorios del mundo para compartir fotos del cometa Halley y otros cuerpos celestes. “Antes, sin internet, compartíamos material con organismos de Bélgica o Japón por carta”, recuerda el óptico Sergio Vilar. 

El observatorio participó en varias ediciones de la Noche de los Museos. En la actualidad hacen actividades con colegios. Su actividad más destacada es dar talleres los viernes al anochecer. Son cinco al año, de cinco clases presenciales, sobre el mapa celeste, telescopios, historia de la astronomía, estrellas y galaxias. “Somos divulgadores para quienes no quieren hacer la carrera de grado; vienen trabajadores, jubilados, profesionales que nada tienen que ver con la astronomía”, define Giraudi. 

“Entre amigos hacemos la actividad que nos gusta. Arrancamos esto cuando éramos pibes, hoy somos hombres grandes, casados. Nuestras familias nos bancan en lo que hacemos”, bromea Giraudi y bien da cuenta de ello el puñado de fotos que adorna el “escritorio”, donde se aprecian instantáneas de bodas con los novios al lado de telescopios. 

“Cuando empezó el Observatorio en 1913 se trataba de una astronomía más romántica y analógica. Hoy podés recibir las imágenes por mail. Por el crecimiento urbano, las luces bajan la calidad de la observación. A pesar de todo eso, apreciar el cosmos es lo que hace años nos apasiona y por eso nos esforzamos en divulgarlo”, concluye Vilar.