“La Palabra. Ellos y nosotros”, por Quito Aragón*

El siguiente texto es de autoría del legislador porteño Jorge “Quito” Aragón, del bloque Frente para la Victoria.

En la disputa de hegemonía que venimos librando, pueblo y gobierno desde hace ya más de 10 años LA PALABRA no es una cosa menor.

Los sectores poderosos del país que día a día deciden que comemos, cómo y en dónde, de qué manera nos vestimos, que tomamos y a quien votamos, siempre han intentado hacernos creer que el poder es o son los que gobiernan. Mientras gobernaron sus empleados no existía problema, ya que los despedían sin más y ponían a militares que eran o son sus parientes o sus empleados también.

Desde la gobernación de Menem ellos avanzaron como creían y querían.
Después de la caída del Muro de Berlín, como máximo exponente de la caída del bloque comunista en el mundo, decidieron que no había marcha atrás y ellos serían por y para siempre los dueños de todo. Destruyeron los ejércitos de esta región del mundo salvo en los lugares donde necesitaban alguna fuerza local o los países eran más independientes (Colombia por la guerrilla y Brasil que su burguesía tiene un proyecto más imperial, expansionista)

En esa disputa de hegemonía, la palabra es importante. Ellos, durante buena parte de los últimos 50 años de historia, nos habían robado la palabra patria, pueblo, clase, nacional nacionalista, revolución. Impusieron otras como “no te metas”, “no te juntes”, “vos podes”, en desmedro del nosotros. Pero la sabiduría popular nos enseñó que cuatro ojos ven más que dos y siempre nuestro pueblo privilegio lo colectivo por sobre lo individual. Por eso las comisiones vecinales, las cooperativas, los clubes, las murgas, la comisión interna, las unidades básicas, los comités, los locales partidarios, fueron sistemáticamente atacados.

Primero fue la Unión Democrática con Braden, embajador yanqui en la Argentina y empresario con intereses mineros en la región. Ya en la década del 50 funcionaron de manera colectiva en la marcha de Corpus Crhisti.

Después fueron sistemáticamente por prohibir y reprimir que expresáramos nuestro pensamiento colectivo; el peronismo estuvo diecisiete años proscripto y Perón dieciocho.

A la vuelta de la democracia, con el miedo y la cuestión individual primando, nos sometieron todo lo que quisieron. Cuando el radicalismo no les sirvió más los empujaron a la salida. Menem hizo todo y más para quedar bien con el poder local y el imperio.

La Alianza no fue otra cosa que la unión de agrupamientos políticos sin un programa común pero con cuestiones discursivas (la palabra). El problema, según ellos, era Menem y la corrupción, según nosotros, era el modelo y el proyecto de país que llevaban adelante. Por eso después convocaron “al padre de la criatura” Domingo Felipe Cavallo, quien fuera el que estatizó durante la última parte de la última dictadura la deuda de las empresas más ricas privadas y desde ahí hemos venido pagando todos los argentinos la gran vida de ellos.

Desde esta lógica siguieron empujando al pueblo a más miseria, ya no les alcanzaba con que los pobres fuéramos cada vez más pobres y llevaron a muchos sectores de la clase media a la pobreza. Esto se volvió natural.

Hasta que un día volvimos a juntarnos los que pertenecemos al pueblo, los que vivimos del trabajo, del esfuerzo y no de la explotación del otro, “del hombre por el hombre” diría el viejo.
Y los que veníamos resistiendo a ese proyecto de país excluyente de las mayorías nos fuimos envalentonando y fuimos más y más colectivos, así fue como se fue De La Rúa y La Alianza y cinco presidentes más en una semana.

Asumió Duhalde y quiso modificar cosméticamente algunas cosas con represión al pueblo y también resistimos y peleamos. También nos costó muertos como en todos los periodos en el que el pueblo dio pelea para ser quien conduzca el proceso hacia dónde va nuestro país y nuestras riquezas. Porque los muertos siempre los pone el pueblo.

Así fue como llegaron Néstor y Cristina.

Por eso hablamos de palabras y hegemonías. El “no voy a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada” es una de las palabras o frases que empieza nuevamente a cambiar esa lógica hegemónica. Como cuando bajo los cuadros de la junta militar, como en la reivindicación de los Moreno, Belgrano, San Martín, Juana Azurduy y una cantidad inmensa de patriotas que no quisieron ser anexos sucursales de los países imperiales.

“Los ellos”, diría Oesterheld en El Eternauta, siempre supieron que la palabra es importante, la oral y la escrita. Por eso nos contaron una historia en la que los nuestros, nuestros compatriotas de la historia, querían lo mismo que queremos nosotros. Ellos no lo lograron, no por falta de esfuerzo o voluntad, sino porque los cipayos o entreguistas existieron siempre. Nos construyeron un relato que les quedaba bien, para sus objetivos. Hoy, con la revolución tecnológica comunicacional, es más difícil que puedan engañarnos mas no imposible.

Marx hablaba de los dueños de los medios de producción. Hoy se agregan los medios de comunicación, que de forma permanente e implacable, van construyéndonos una idea, un discurso, una lógica, un sentido común de forma constante. La teoría comunicacional hipodérmica esa inyección unidireccional con la que nos saturan de una idea por ser los dueños de casi la totalidad de los medios de producción comunicacional, por ser los que producen esa palabra, nos van haciendo creer que nosotros el pueblo somos los vagos y no que ellos nos quisieran esclavos.

Evita supo disputar también en el terreno de las palabras y expresar la contra hegemonía, el término despectivo con que la oligarquía se refería a los trabajadores como cabezas de negros (en referencia a el color de sus pelos y pieles) fueron para ella “mis cabecitas negras”, o esos “descamisados”, haciendo referencia a sus torsos desnudos y la mejor definición de la gran burguesía “cuando los ricos piensan en los pobres no piensan en rico piensan en pobre”

Esta pelea es vieja y se fue expresando de distintas maneras y en diferentes momentos en función de la correlación de fuerzas de los trabajadores y el pueblo y el campo de la oligarquía y el imperio, la gran burguesía y el imperialismo. Entre los que queremos más y mejor distribución de la riqueza y los que quieren repartir y concentrar más entre los pocos ricos.

Un término que significo una cosa en un momento puede significar lo contrario en otro. En “ 1984”, libro de George Orwell, un precursor del fin de las ideologías allá por los 50, se hablaba de un ministerio que todos los días cambiaba el relato y los materiales de la historia, que tenía como finalidad el no pensamiento crítico, y no saber que era verdad o mentira.

Eso hacen hoy los grandes medios de comunicación y sus voceros. Que la diputada Laura Alonso, hable de “Nunca más” en este aquí y ahora, sobre este gobierno, no es inocente. Intenta sacarle el contenido que le dieran los organismos de Derechos Humanos a las atrocidades cometidas por la última dictadura, como si nuestro estado y nuestro proyecto de país estuviesen matando al pueblo todos los días. No por casualidad esta mujer está en el Pro, con Mauricio Macri y es una empleada y beneficiaria del fondo buitre de Paul Singer.

Periodistas como Joaquín Morales Solá acusando sistemáticamente a nuestra Presidenta de delitos sin prueba alguna y dando por cierto su versión, sin contar que se la amenace a veces veladamente y otras no tanto. O Pablo Sirven, cuando refiere a la frase de Cristina “a ellos les dejamos el silencio” o que ahora está imputada por LA JUSTICIA o anunciando que el mayor desafío del 18 F es que ese silencio sea multitudinario y atronador para cerrar su nota del domingo 15 de febrero.
Después se referirán a los periodistas que adhieren plenamente o hablan bien de alguna medida del gobierno como periodistas militantes.

Habría que decirles que la justicia en sí misma no existe, que es un abstracto. Lo que sí existe es el poder judicial que está compuesto por abogados, jueces y fiscales y un número importante de trabajadores. Nada de inocente su definición de “LA JUSTICIA”. Da grandilocuencia, sugiere que todos esos que integran ese poder están inculpando de un delito a la presidenta.

La palabra que pareciera que nunca existió es cipayo, no tienen por qué conocerla ya que surge de los hindúes. En su origen definió a los traidores al pueblo ante los invasores franceses e ingleses. Hoy define a aquellos que se arrodillan ante el poder externo al que obedecen. Ahora se pusieron antiimperialistas, ahora que comenzamos a disputar el poder hegemónico de Estados Unidos a partir del momento que construimos acuerdos con los BRrICS y en particular con China. El cipayismo existe en nuestro país y en nuestros países.

Otra que utilizan despectivamente es “ideología”. Resulta ser que nuestro gobierno es ideologista, en cambio ellos no los son, salvo cuando empezamos a ver sus acciones.

Los grandes productores de granos o “comodities” de nuestro país han perdido plata por haberse opuesto a la 125, o después de lograr que la 125 no se implementara; guardando cosechas en “silos bolsa”. Si bien es cierto que la lluvia y la humedad, más la baja de los precios de los recursos naturales en el mundo bajaron sus valores, ellos no lo hicieron para esperar un mejor momento para vender, sino para que el país no dispusiera de dólares necesarios para pagar las deudas que ellos generaron. Disfrutan que nosotros paguemos lo que ellos pidieron para generar sus grandes imperios y ganancias.

Lo de ellos no es ideología sino objetividad. Ellos fueron capaces de aceptar como normal que 100 niños muriesen por día por enfermedades curables y desnutrición y denuncian a tres ministros porque un niño muere por desnutrición como consecuencia de otra enfermedad congénita.

Nosotros creemos que patria es patria. La patria no es un abstracto, somos todos los que estamos dentro de ese territorio llamado país y que nos sentimos absoluta parte de esa patria grande que nos dividieran en otros momentos de la historia los países imperiales. Somos todos los que venimos y queremos seguir construyendo un país mejor, transformando así nuestra realidad local, aportando a la transformación de la región para seguir luchando por otro mundo que incluya a todos los individuos y no que nos divida para pensarnos individualistamente.

En ese proceso de transformación estamos hoy. Desde el 2003 conducidos por Néstor Kirchner y hoy por Cristina Fernández de Kirchner. Combatiendo a sectores que solo les interesa poder seguir disfrutando de someter a los que menos tienen, discutiendo la distribución de las riquezas que produce nuestro suelo y nuestro trabajo.

Esa es la razón por la cual se convoca a construir escenarios para frenar el proceso popular que viene desde el 2003 y que nosotros debemos hacer que continúe, que no se detenga, que permita seguir resolviendo los problemas de todos los habitantes del país, con acciones y palabras que expresen esto. No debemos dejarnos ganar, ni en el terreno de las palabras ni en el de las acciones y mucho menos en el de la calle. Si todos los días hacemos algo que vaya en esa dirección seremos libres, por haber construido esa patria justa libre y soberana por la que tantos dieron todas sus vidas.

Patria si, colonia no.

*Texto firmado por el legislador porteño Jorge “Quito” Aragón, bloque Frente para la Victoria en la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires