Julieta Venegas: “En la literatura encontré una aliada que me acompaña siempre”

La cantautora abrió el Ciclo de Letras 2018 en el Cultural San Martín.

Este martes por la noche la cantautora mexicana Julieta Venegas brindó la charla magistral Letra y música: mi vida como lectora para abrir el Ciclo de Letras 2018 del Centro Cultural San Martín. Habló sobre su relación con la narrativa y la poesía, cantó temas propios y homenajes; recomendó libros y autores a granel.

Desde temprano el público rodeó la plaza seca del centro cultural en forma de una larga cola. La entrada fue libre y gratuita, con inscripción previa. Sin embargo, muchos probaron suerte a último momento y lograron hacerse con un lugar en esta noche destacada.

A poco de dar las 20, Venegas subió al escenario de la Sala AB. Sentada en una mesa y nutrida por un machete y unos libracos, empezó a contarle al público que la música ha sido su “forma particular” de comunicarse, de entender y explicar las cosas: “Expresar mis alegrías, tristezas, anhelos, miedos. En la literatura encontré una aliada que me acompaña siempre como parte de mi aprendizaje y crecimiento. Todo lo que hacemos son pequeños puntos en una línea. Si conectamos esos puntos quizás encontremos el mapa donde escribimos”.

Contó que nació en la frontera mexicana y estadounidense. Su padre era fotógrafo de eventos y una vez le pagaron con un piano. Ella y sus hermanos intentaron aprender a tocarlo. Ellos desistieron al poco tiempo. Venegas quedó apasionada por la capacidad de hacer nuevas melodías. Con 22 años se asentó en el DF y pasó por varios grupos musicales. Contó que su formación clásica al principio le impidió explotar su faceta de cantautora. En un bar del DF escuchó la música de Charly García por primera vez y ahí encausó sus creaciones. “Era alguien con quien me podía identificar”, sintetizó.

En homenaje, tocó Ojos de videotape en piano.

Luego, habló sobre su relación con la literatura. Recomendó con énfasis Cumbres Borrascosas: “Sentía que su autora se dirigía a mí”. Esa novela recomienda cuando las adolescentes le preguntan qué leer.

Repasó que en el DF estaba sola buena parte de su tiempo. En esos días, mientras buscaba suerte en las discográficas, recorría librerías y estaba en su casa leyendo: “La lectura fue un salvavidas, mientras leía el día tenía sentido”.

Habló sobre la “sonora y eterna verdad de poesía”. Invitó al escenario a la cantante Sol Pereyra. Juntas, entre piano y voz, entonaron Sola de Idea Vilariño. Lo hicieron a distintos ritmos. Venegas quería mostrar que el “poema existe de por sí y la melodía puede cambiar su percepción”:

sola bajo el agua que cae y que cae.
Los ruidos se agrisan, termina la tarde,
y siento que añoro o deseo algo,
quizás una lágrima que rueda y que cae.

“Mi formación como lectora está atravesada por un elemento crucial: la curiosidad. No sé a dónde me lleva el libro, quiero averiguarlo siempre. No crecí rodeada de sugerencias, pero siempre supe que me podía meter en un libro y ver qué pasaba. Era algo que podía averiguar en un rincón en silencio. Sin que nadie me dijera “no debes leer esto” o “no es el momento”. Me tomaría mucho tiempo encontrar mi propio gusto. Hasta el día de hoy lo sigo averiguando. Es algo elástico que se extiende y no termina por cerrarse”, aseguró.

“No aprendí a componer, a cantar. Lo sigo haciendo hasta el día de hoy. Cuando me siento al piano, cuando busco una melodía, cuando me da vueltas en la cabeza una letra. Necesito partir de preguntas, no de certezas. Si tuviera la fórmula de cómo debo escribir probablemente me hubiera dedicado a otra cosa”.

En esta clase magistral hubo tiempo para entonar temas propios. Luego de recomendar a Mircea Cărtărescu y su libro Solenoide, Venegas cantó Ilusión:

Y no supe qué hacer

Por ella no supe qué hacer

Y se me fue

¿Por qué la dejé?

Sólo sé que se me fue

Mi corazón desde

Entontes la llora a diario

En el balcón

Por ella no supe que hacer

Y se me fue

¿Por qué la dejé?

Sólo sé que se me fue

“Mis ganas de escribir y mis ganas de leer vienen del mismo lugar. Un lugar que necesito para entender el mundo y para intentar expresarlo y expresarme. Mis palabras, la música. Mis palabras porque me permiten disfrutar del lenguaje. Me hacen pensar y reflexionar. Y también porque me dan felicidad. Lo mismo que la música. Escucharla, sentirla, imaginar melodías. Juntas me ayudan a intentar entender el mundo. Ha habido algunas canciones inspiradas en los libros, en historias o en personajes. Pero en realidad son más que una canción. Es algo que está firmemente unido, pero no en lo concreto. No es que uso el lenguaje así porque leí esto por esta novela. Cuando empiezo a escribir intento olvidarme de todo lo que sé. Y lo que viene es eso que ya tengo como parte de mi tejido sutil. No viene de un lugar concreto, pero se ha ido alimentando de mis emociones en algún lugar de lo que soy. En cualquier momento puedo intentar contarlas en una canción. Todos los procesos se unen. Hay que leer lo que nos da placer, antes que porque alguien nos diga y nunca porque creemos que eso nos hará mejores personas. La lectura nos ayuda a ser la persona que necesitamos ser. Nada más. Para abrir caminos y para encontrarnos”, reflexionó Venegas sobre el final.

“Escribir es comunicar y comunicarnos es esencial para sobrevivir en este mundo. Y para sentirnos un poco menos solos. Entonces ¿por qué entrar en esos mundos? En el mundo de Vasili Záitsev en la Guerra de Stalingrado entrando en una cámara de gas mientras se abraza a un niño ¿Por qué seguir a Proust con su elegancia, su musicalidad, su frivolidad? ¿Por qué meterme en el mundo de Nicanor Parra, Susana Thenon, Flaubert, de Natalia Ginzburg? ¿Por qué quiero entrar en los mundos extraños de Elena Garro? ¿Por qué voy feliz al mundo terrible y conmovedor de Clarice Lispector?”, citó sus lecturas favoritas.

“Por esto estamos todos conectados. Somos en esencia granos de arena viviendo pegados y revueltos. Entre más capas quitamos más similares somos. Solo que eso se nos olvida todo el tiempo y leer a otros nos recuerda la humanidad entera en una nuez. Nuestra belleza, nuestra vulnerabilidad, nuestros deseos, nuestros fracasos se encienden cuando nos reconocemos en otros. Ese es el regalo de la literatura, ese es el regalo del arte. Por eso hay que celebrarlo”, concluyó.

Para el cierre, tocó con ukulele un poema de Gerardo Reyes:

Dicen de mí,
que yo he sido un libro abierto,
donde mucha gente ha escrito,
no hagas caso nada es cierto.

En blanco está,
nadie supo escribir nada,
no dejaron ni una huella,
nadie me importaba nada.

Me importas tú,
tu sí escribes muy bonito,
para ti soy libro abierto,
escribe en mí ¡te necesito!

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