Instituciones regionales que se reinventaron como clubes barriales porteños

En sus orígenes, entre fines del siglo 19 y principios del 20, funcionaron como refugio en la ciudad de Buenos Aires para la gran inmigración europea. Hoy ofrecen deporte y talleres lúdicos. Historias del barrio de Flores, Constitución, Palermo y Villa Luro.

La Ciudad de Buenos Aires se caracteriza por su intensa vida social a través de sus clubes de barrio. Allí se practican deportes, reuniones y una gran gama de actividades lúdicas. Su presencia marcó a gran cantidad de generaciones, incluso aquellas que vinieron al Río de la Plata desde el otro lado del Atlántico.

Las primeras instituciones que recibían a los arribados datan del último tercio del siglo XIX. Otras en cambio surgieron en las primeras décadas del siglo pasado. Una mezcla de sentirse entre colegas y obtener el impulso necesario para echar raíces en suelo porteño hizo tan sentida la presencia de estas casas regionales.

Una vez terminadas las grandes olas de inmigración europea, tras la década del cincuenta, estas instituciones continuaron con vida, orientadas a una tarea social y cultural. Este es el caso de la Asociación Española Socorros Mutuos San José de Flores, O Gueros Tou Moria, Unión de los Polacos en la República Argentina y Círculo Val Miñor.

San José de Flores: de Socorros mutuos a la vida de club

Eran tiempos de burguesía pujante y estaba de moda la palabra “progreso”. En los años ochenta del siglo XIX, Buenos Aires se había convertido en “La Gran Aldea”. Los mozos elegantes de frac copaban clubes liberales y calles céntricas repletas de cafetines, donde se hablaban diversos idiomas. La ciudad se iba para arriba con nuevos edificios de estilo europeo, pero también crecía hacia el oeste con la anexión de los pueblos de Belgrano y Flores.

san jose de flores

 

 

En este último barrio se lotearon viejas extensiones de chacras y quintas que rodeaban su plaza e iglesia. En ese contexto, Manuel Méndez de Andés (1846-1897), emigrante español y empresario tabacalero, adquirió terrenos de la familia Escalada, a la que pertenecía María de los Remedios, esposa de José de San Martín.

En esos lotes, situados hoy en Pedernera 145, Méndez de Andés fundó el 29 de marzo de 1896, un año antes de morir, la Asociación Española Socorros Mutuos San José de Flores. Como su nombre indica, fue el sitio de encuentro para cientos de inmigrantes que llegaron desde la península ibérica hasta el Río de la Plata con esperanzas de prosperidad.

El legado de Méndez de Andés perduró en el tiempo y, en la actualidad, es el epicentro de una intensa actividad social y deportiva. El frente colonial del edificio, con sus columnas y ornamentos pintados en rojo y amarillo como la bandera española, se volvió un clásico de Flores, y es parte de su casco histórico.

“La asociación tiene más de quinientos socios de todas las edades”, detalla el presidente Juan Carlos Fontana. Más de doscientos son chicos que juegan fútbol recreativo en AEFI (Asociación de Escuelas de Fútbol Infantil). Tienen cancha propia en la planta baja de la sede y en cada partido compiten con una casaca roja y amarilla.

Los más grandes practican pelota-paleta en un trinquete, también en planta baja. Frente a ambas canchas está el buffet. En sus mesas se juntan los socios a jugar al tute cabrero.

Los pisos superiores son para artes marciales: taekwondo, karate, yoga, tai-chi-chuan y judo. Se les suma un grupo coral, partidos de billar y talleres de pintura y memoria para adultos mayores.

“Los socios nos juntamos a comer en las fechas patrias, en el cumpleaños de la asociación y a fin de año. Hay exposiciones de los talleres y otros encuentros culturales”, repasa Emilio Sanmiguel, prosecretario de actas. “Nuestro fuerte es la función social, ser un lugar de encuentro para todas las generaciones”, concluye.

La tradición griega vive en Constitución

A miles de kilómetros del Mediterráneo y la Acrópolis, los descendientes de Aquiles, Homero y Afrodita, lejos de dar batallas maratónicas, libran su propia Odisea: fomentar la tradición helénica en suelo porteño desde la asociación O Gueros Tou Moria.

Los griegos rioplatenses, en su mayoría de la península del Peloponeso, fundaron la institución el 23 de septiembre de 1962. Ese día, en 1821, el militar Theodoros Kolokotronis liberó la ciudad de Trípoli y luego a toda Grecia del dominio otomano. “Nuestro estatuto llama a fomentar la cultura helena”, dice su presidente, Mario Panagopoulos.

polacos

En principio, sus miembros se reunían en bares, casas y en el Cuartel de Bomberos de la Boca. En 1965 compraron la actual sede, un petit hotel de Constitución. Las instalaciones lucen pisos y muros con grecas (un tipo especial de ornamentación), cuadros de Kolokotronis y vestimentas típicas en exposición. En la secretaría del primer piso hay artesanías, mapas, bibliotecas y placas recordatorias.

En la planta baja está el salón Moriá, que tiene espacio para más de doscientas personas. Una vez por mes allí se hacen las Tabernas, la actividad más convocante. “En las veladas se degustan platos típicos, hay danzas y orquestas en vivo”, cuenta Mario.

Todas las semanas se dictan clases de griego. Los viernes al atardecer ensaya el cuerpo de danza y los sábados de mañana hay talleres multidisciplinarios (danza, plástica, idioma) para niños de 4 a 12 años. También enseñan teatro clásico griego, danza árabe y yoga en el Auditorio Melina Mercouri, con espacio para 150 personas, inaugurado en el primer piso la primavera pasada. Una vez por semana emiten  un programa radial con música, información y llamados a residentes griegos. Además, celebran pascuas en la Catedral de La Dormición (Julián Álvarez 1030).

En 2012, para celebrar los 50 años de Gueros, descubrieron una placa recordatoria en la Plaza Grecia, de Recoleta. A nivel institucional, integran la Federación Panhelénica Argentina (FEPHA), creada en 1993, y mantienen diálogo fluido con autoridades diplomáticas de Grecia.

Los helenos criollos celebran el 25 de marzo, Día de la Independencia griega. “Allá festejan con desfiles callejeros. Con esa idea planteamos ante las autoridades porteñas hacer actividades acá, lo que devino en el Buenos Aires Celebra, donde participamos desde su inicio, en 2009”, recuerda Mario. “Se suma a nuestra tarea de difundir con pasión nuestras raíces” concluye el referente de O Gueros Tou Moria.

La Casa Polaca de Palermo

En medio del colorinche de tiendas de diseño y restaurantes gourmet, asoma una joya palaciega del Viejo Palermo: la Dom Polski o Casa Polaca de la calle Borges. Tras el portón de rejas negras se abre un breve pasillo con enredaderas y placas en mármol y bronce. Algunas en castellano, otras en polaco, evocan acontecimientos, guerras, celebraciones. Al fondo hay un patio descubierto con un naranjo. A un costado se ingresa en la casona con salas de muebles finos, arañas, frescos en los techos y escaleras de madera crujiente. Impera una calma apenas acunada por melodías de violín.

En las habitaciones conviven las distintas expresiones de la comunidad polaca rioplatense, reunidas bajo la Unión de los Polacos en la República Argentina (UPRA), fundada a fines de los años veinte por trece asociaciones de todo el país. En aquellos años daban asistencia médica y refugio a sus compatriotas apenas arribados al Plata. A mediados de los años cincuenta desembarcaron en la casa de Palermo, que era de un empresario textil, según evoca Enrique Kozlowski, referente de la UPRA.

En el presente, el énfasis está en difundir las tradiciones polacas. De los valses de Chopin a degustar pierogis, de la vida cultural en Varsovia a los festejos de Wielkanocny o Pascua. Para ello, editan el periódico Glos Polski (La Voz de Polonia), actual órgano de prensa de la UPRA, fundado en 1922. Una vez por mes, en papel y digital, se publican textos sobre asuntos internacionales, crónicas de actividades locales y reseñas.

“Un orgullo nuestro es la biblioteca Ignacio Domeyko. Con medio siglo de vida y más de 22 mil volúmenes, es la más grande de Latinoamérica dedicada a la temática polaca. Tiene cartas y documentos sobre la historia de la inmigración. Desde Polonia envían bibliotecarios para dar asesoramiento”, cuenta Kozlowski. Fue reformada en 2009 con aportes del gobierno polaco, tal como reza una placa evocativa.

Además, se dictan clases de idioma polaco y en el salón del subsuelo ensaya el Conjunto Nasz Balet, fundado en 1949. Realiza danzas folklóricas, coro y luce vestuario autóctono en fiestas y desfiles, como el Buenos Aires Celebra, evento cultural organizado por el gobierno porteño. También hacen actividades el Club Polaco, la Asociación de Egresados Polacos, los scouts polacos ZHP y la Sección de Ayuda Social, entre otros.

Otro rasgo de la Dom Polski es el restaurante Kraków, ubicado sobre el patio descubierto. Ofrece comidas típicas junto a vodkas y whiskies internacionales.

Val Miñor: tesoros de Villa Luro

La casa miñorana sobresale por su frente de tejas, muros de cal y balcones con herrajes; una estampa ibérica en pleno Villa Luro levantada décadas atrás por emigrantes gallegos de los ayuntamientos de Baiona, Gondomar y Nigrán, al noroeste de España.

Al igual que en los comienzos de la institución, fundada el 11 de marzo de 1928, el esfuerzo del club y sus más de 250 socios “está en fomentar la vida y tradición gallegas” en esta “casa abierta al barrio”, dice su presidente, José Carlos Panteón Fernández.

El Val Miñor es, en parte, un museo: en múltiples vitrinas se exhiben tesoros del país ibérico como trofeos, escudos de armas y trabajos en cerámica. Hay una biblioteca especializada en la madre patria y sus costumbres.

La arquitectura del club también evoca a la península. El restaurante de la planta baja es un patio andaluz, decorado con tejas, arcadas y mayólicas (azulejos con flores y diseños simétricos). El cruceiro del patio trasero es uno de los principales atractivos: un monumento de tres metros de alto con forma de cruz y ornamentos religiosos –usado en encrucijadas y caminos– que se trajo “en barco hace cuatro años a través de la Diputación de Pontevedra”.

A su vez, Val Miñor se destaca por tener una cancha de bolo celta, juego popular en Galicia y Asturias, similar al bowling, pero con piezas de fresno. Por eso, el club es referente y sede de campeonatos nacionales e internacionales.

Entre la tradición y las nuevas tecnologías, el club emprendió la tarea de llevar adelante “la primera radio de la colectividad”, según enuncia orgulloso Panteón Fernández. La emisora on line tiene una grilla con programas culturales y música.

Asimismo, en el primer piso están las salas de deporte y juegos: baile clásico, naipes y billar, papi fútbol y básquet. En cuanto a grilla de actividades, Val Miñor ofrece flamenco, gaita, danza tradicional gallega, biodanza, percusión y Tai Chi Hung Lin. “Y el primer sábado de cada mes se festeja el cumpleaños de los socios.”

“Pasan las generaciones, pero seguimos llenos”, concluye el presidente del Val Miñor, “el club de puertas abiertas de Galicia a Villa Luro”.