Flores a pedal: de una tragedia nació un proyecto para encontrarse y recorrer la ciudad
Se conocieron por redes sociales hace más de un año y ahora hacen distintos recorridos nocturnos.
Por Juan Manuel Castro
Pasadas las nueve de la noche, la esquina de Varela y Directorio se llena de bicicletas de todos los tamaños y colores. Entre luces blancas y rojas que titilan, los vecinos del grupo Flores a pedal se saludan, charlan y se preparan para recorrer la ciudad en caravana nocturna.
Esta esquina, en la Plaza 11 de Noviembre de 1859 (Comuna 7), es el punto de partida. El recorrido, así como la fecha de encuentro, es maleable y una noche puede terminar con una cena de camaradería en los carritos de la Costanera Sur de Puerto Madero (un recorrido de extensión media), en los Bosques de Palermo y su Planetario (Comuna 14), o bien puede extenderse por más de media colectora de la avenida General Paz. Todo es charlable, lo que importa es pasarlo bien y que el cuerpo aguante.
Todos, o la mayoría, son vecinos del barrio. Los une el territorio y el gusto por las dos ruedas. Antes del nacimiento de Flores a pedal nunca habían interactuado entre ellos. Hoy forjan un vínculo a través de un objetivo común con diferentes aristas: un rato a la semana se encuentran, comparten experiencias y gustos, conocen nueva gente, recorren la ciudad, hacen actividad física, se despejan de las responsabilidades diarias.
Julián tiene 25 años, vive en el barrio desde siempre y es el impulsor de esta actividad. “Cuando mataron a Brian Aguinaco a fines de 2016 los vecinos estaban movilizados y preocupados. Era una sensación de que todo estaba mal en Flores. Había varios grupos en redes sociales sobre el barrio y se me ocurrió generar un espacio de encuentro, para vivir un momento positivo. Hubo gente que se copó. Nos empezamos a organizar para juntarnos y salir a pedalear”.
“Esto tiene que ver con evocar y vivir esos viejos tiempos de vecinos en la vereda, que se conocían, que interactuaban entre ellos, que forjaban vínculos. Ahora tras salir a pedalear, muchos vecinos nos conocimos y nos saludamos en la calle. Sabemos quién es el otro, el que está a nuestro lado. Mucha gente está todo el día en la computadora o el teléfono, más allá de las horas laborales. Que las redes sirvan para forjar vínculos en la vida real”, agrega.
Sobre la modalidad de Flores a pedal, Julián dice: “El grupo es inclusivo, vamos a una velocidad media, se puede ir a pedalear con cualquier tipo de bicicleta. Tenemos botiquín, herramientas por si hay una pinchadura o una rotura. Quienes todavía no tienen dominada la cuestión de andar en la calle van en el medio del grupo para estar más seguros; nos esperamos y vamos todos juntos en cruces peligrosos”.
La relación de los vecinos de Flores con la bicicleta es diversa, como este grupo, donde hay jóvenes de veintitantos hasta personas de casi 60. Los rodados van de playeras hasta piezas de competición o mountain bike. Al ir en hilera por avenidas, el ritmo se unifica y solo se ve un andar compacto.
Marisol vivió la mayor parte de sus 43 años en Flores. Tiene una bicicleta de paseo negra, plegable. “No soy de salir a andar fuerte. Al principio pensé que no iba a poder, fumo mucho. Antes salía a pasear, pero poquito. Pero al final mandé mensaje al grupo. Fuimos a Vicente López, al Aeroparque. Un montón para mí, pero lo pude hacer. Me canso, pero es genial. El grupo tiene buena onda, te acompaña. Eso ayuda a poder hacerlo. Ahora encaro la calle sin tanto miedo”, se alegra.
Graciela pedalea segura por la calle. Lo hacía con frecuencia cuando era chica, pero ahora, a sus 45, no tanto. Conoció el grupo también por Facebook y amagó varias veces a empezar, hasta que se decidió. “Es la cuarta salida que hago con ellos. Es un grupo buenísimo. Muy compañeros. El tema mío era la convivencia, pero desde el momento que llegué estuvo todo bien”.
Matías tiene 32 y pese a que su trabajo en una empresa de calzado le demanda esfuerzo físico en el día a día, guarda fuerza para subir a la bicicleta en lo que él define como un espacio con identidad: “Estoy casi desde el principio del grupo. Siempre hay gente nueva. Siempre anduve en bicicleta. Antes iba a pedaleadas como las de Masa Crítica. Flores a pedal es más del barrio, más personal. Me siento más arraigado a este grupo porque somos todos vecinos”.
Jorge tiene casi 60 años, tres bicicletas de distinto tamaño y un montón de kilómetros encima por semana. Todos los días va desde su casa cerca de Plaza Flores hasta el microcentro, donde se desempeña como empleado bancario. Cinco años atrás empezó a rodar al trabajo para acompañar a su hijo, que también lo hacía. Incorporó el hábito y hoy celebra estar en este grupo: “Es como un rompecabezas que va mutando, donde los que salimos a pedalear nos complementamos en la recorrida, hay un objetivo común que nos hace bien”.
Barbie es una de las más jóvenes del grupo. Tiene 23 y cuenta que antes con su playera negra iba sola por caminos más cortos, como por ejemplo desde Flores hasta el Parque Centenario. “En el grupo una vez hicimos toda la colectora de Genera Paz, era algo impensado antes para mí. Me gusta mucho salir y estar con el grupo”.
Julián dice, para concluir: “Lo bueno del año y pico de esta experiencia es que la gente pasó de las redes sociales, de lo virtual, a verse las caras. Los vecinos podemos juntarnos para construir algo bueno y que nos haga bien en muchos sentidos”.