Feria de Pueblos Originarios en San Telmo: desde hace dos décadas, productos de todo el país en la calle Defensa

Se puede visitar todos los fines de semana a la altura de la avenida San Juan. “Es para mostrar que la Ciudad tiene presencia indígena ancestral anterior y posterior a la conquista”, dicen sus integrantes a Pura Ciudad.

Por Juan Manuel Castro

Para ellos, la Pachamama los cuidó antes del desastre. Cuentan que el 18 marzo 2001 pusieron por primera vez sus puestos con productos y artesanías de pueblos originarios de todo el país. “Después vino la crisis y esto nos sirvió como trabajo, pero también lo hacemos para dar visibilidad en la Ciudad de Buenos Aires, sobre todo su Casco Histórico, de la presencia antigua de los indígenas en estas tierras”, cuentan a Pura Ciudad integrantes del Paseo de Pueblos Originarios de San Telmo, en la calle Defensa, esquina San Juan (Comuna 1). Están los fines de semana por la tarde.

Rosalía Gutiérrez es originaria del pueblo coya, en Jujuy. Es coordinadora general de la Comunidad de Estudiantes de las Primeras Naciones de América (CEPNA). Cuenta que en cada puesto se exhiben las artesanías, manufacturas y elementos característicos de cada comunidad. “Desde los lugares de origen de cada comunidad envían el material y quienes estamos en la ciudad lo exhibimos. Pasás por la feria y ves el puesto coya, el aimara, el toba. Detrás de lo que está expuesto está el trabajo conjunto de mucha gente”, señala.

La feria se extiende por media docena de puestos hasta mitad de cuadra, casi a la altura del bajo de la Autopista 25 de Mayo. Durante este paso uno puede advertir que hay sahumerios, tejidos, literatura, collares y metales labrados. En lo alto de cada puesto hay banderas wiphala y cintas con los siete colores de representa a las comunidades originarias.

“Esto antes, hace como 20 años, era un espacio vacío, no circulaba nadie. El entonces CGP 1 (Centro de Gestión y Participación, hoy Sede Comunal) quería consolidar el Casco Histórico y dentro del mismo dijeron que los pueblos indígenas estén presentes. Así nació la feria y para nosotros es histórico. En muchas zonas del país hay ferias, pero era importante que haya una en la Ciudad”, agrega.

“Nos encargamos de estar presentes, de que el trabajo de nuestros hermanos esté a la vista”, dice Rosalía y habla de la alegría de tener la feria en pie: “Cuando hacemos ventas o recién llegamos sahumamos. También agradecemos al Sol, los días lindos, y también a la Lluvia, cuando hay mal tiempo. Lo vivimos como algo profundo traer el trabajo hecho por las manos de nuestros hermanos y las nuestras mismas. Si un día no vendemos no hay desánimo, esto es una fuente de trabajo, pero también está la cuestión de sostener las cuestiones indígenas nuestras”.

Francisco Morales es estudiante de Sociología en la UBA y también está al frente de los puestos la feria. Cuenta que tiene libros de escritores indígenas, símbolos, metales labrados. “La idea del espacio es poder contribuir a que se vea también que la Ciudad tiene presencia indígena ancestral, anterior y posterior a la conquista”.

Esto lo dice a días de que en Villa Soldati, en el Autódromo (Comuna 8), se confirme que la aldea porteña más antigua pobló esas tierras sureñas hace 900 años, tras una excavación donde se descubrieron palas, pinzas, espátulas y pinceles. Estuvo a cargo de investigadores de la Universidad del Museo Social Argentino, de la Universidad del País Vasco y del Centro de Arqueología Urbana de la UBA.

“En este lugar, en esta feria, los hermanos originarios pueden encontrar un lugar donde sentirse representados y vender sus cosas. Hay productos que vienen de muy lejos y fueron trabajados por mucha gente a la vez. Nos organizamos para que todos los fines de semana estén expuestos”, asegura Francisco.

Ambos, Rosalía como Francisco, señalan que hay buena convivencia con otros puesteros, pese a que ofrezcan productos distintos y tengan dinámicas diferentes.

Este año el Gobierno porteño reordenó los puestos feriantes que los fines de semana se montan sobre las calles de San Telmo, incluida la Plaza Dorrego. Lo más resonante, como adelantó en su momento este medio, fue el acuerdo entre la cooperativa El Adoquín con autoridades capitalinas, que terminó con el desalojo de integrantes de Artesanos Unidos de la Calle Defensa, durante un violento operativo policial. Estos últimos regresaron a la vía pública tras un nuevo acuerdo.

Este medio también divisó que desde el Museo de la Ciudad asentaron a artistas plásticos (cuadros, esculturas, miniaturas) sobre la calle Humberto I, entre Defensa y Bolívar, pegado al paseo de anticuarios que se monta sobre la Plaza Dorrego.

Otra novedad es que se han instalado puestos de artesanos sobre Humberto I, entre Defensa y Balcarce. Esto genera un flujo de peatones que van desde la Plaza Dorrego hasta la iglesia de San Pedro Telmo y la Fundación Mercedes sosa, en un solar del Siglo XVIII. Ambos lugares ahora reciben más visitas.

La presencia del Paseo de Pueblos Originarios en la calle Defensa se plantea, en este contexto, como un espacio de resistencia y visibilidad, pero también de disfrute y hermandad; de celebrar las costumbres propias y compartirlas con vecinos, turistas, gente de a pie que disfruta las tardes de San Telmo.

Fuente: Agenda Porteña

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