El legado andaluz late en Buenos Aires

Lo que separan miles de kilómetros de océano y continente, la cultura une a través murales e instituciones sociales.

Buenos Aires atesora vistas, sabores y ritmos de Andalucía. La unión entre ambos pueblos es de larga data, pero fue en las primeras décadas del siglo pasado cuando nacieron instituciones regionales y se levantaron muros artísticos para evocar la vida al otro lado del Atlántico.

Bajo tierra, los paisajes acompañan a los pasajeros

El centro porteño, de cara a la Plaza de Mayo y al Río de la Plata, es el hormiguero político y financiero de Buenos Aires. Todos los días llegan miles de trabajadores desde, entre otros, los nodos ferroviarios Constitución-Retiro. Une ambos extremos la Línea C de subtes, llamada “De los españoles” por sus murales alusivos.
Hay evocaciones de Andalucía en la estación Independencia, bajo Avenida 9 de Julio. Sobre el andén de Retiro está el mural de cerámicas hecho por Martín S. Noel y Manuel Escasany en 1934 a pedido de la Compañía Hispano Argentina de Obras Públicas y Finanzas. Son 16 metros a lo largo y casi dos de alto con paisajes de Granada, Córdoba, Ronda, Palos y Huelva.

Por caso, para Córdoba eligieron un perfil del puente que deja entrever de lejos las casas y la mezquita de la antigua ciudad. Está pintado en tonos pasteles, donde los amarillos, verdes y marrones son protagonistas y realzan los blancos y naranjas de chozas y tejas. Sobre la base corre una hilera de mayólicas con motivos verdes y rosas.
En las escaleras de los andenes además hay mayólicas “de lazo” en relieve dorado, con detalles azules. En un extremo, los azulejos exhiben letras árabes que rezan: “No hay más vencedor que Dios”. Un cuarto de millón de pasajeros al día disfruta este legado.

Un Patio Andaluz en el pulmón verde de Palermo

El Parque 3 de Febrero abarca gran cantidad de hectáreas frente al Río de la Plata, al norte de la Ciudad. Agrupa plazoletas, paseos, lagos, un “puente de enamorados” de estilo griego, bosques, una isla y hasta un Planetario.

En medio del variopinto, hay un Patio Andaluz, donado en 1929 por el Ayuntamiento de Sevilla. En un desnivel de mosaicos con alhambrillas, bajo una glorieta hay una fuente de cerámica con brocal de mayólica que reza en su dedicatoria: “A la caballerosa y opulenta Ciudad de Buenos Aires”. 

Ritmos flamencos en un barrio de tango

Buena parte de la vida social porteña gira en torno a clubes de barrio, donde hay deportes, reuniones y actividades lúdicas. Al terminar la gran inmigración europea las instituciones de socorros mutuos tomaron ese perfil, avocadas a difundir la cultura de su región. Así lo hicieron miembros de la Federación de Sociedades Españolas de Argentina, donde figuran cuatro agrupaciones de Andalucía.

El Rincón Familiar Andaluz, único en suelo porteño, está en la calle Carlos Calvo de Boedo, barrio famoso por su impronta tanguera. Puertas adentro, el salón grande evoca la arquitectura de las ciudadelas del sur de España con sus mayólicas, balcones de herrajes labrados y farolitos de color. En el primer piso, a la luz de arañas refulgentes, balconean visillos que entre rosas ornamentales lucen los escudos de Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga y Sevilla.

Desde aquellas tierras partieron miles de hispanos para huir de la pobreza y del franquismo en los años treinta. En Buenos Aires, buscaron “estar entre paisanos para que el destierro no fuera tan crudo”, dice Constanza Salgueiro, presidenta del Rincón.

La rivalidad franquistas-republicanos cruzó el Atlántico y se instaló en la ciudad. A metros del Congreso de la Nación funcionaba el Hogar Andaluz con partidarios de Franco. Los morados, en Lima e Independencia (misma esquina de la estación Independencia de subtes), fundaron el 13 agosto de 1938 el Rincón Familiar Andaluz. Luego se mudaron a Boedo.

“Aspiramos a revivir costumbres andaluzas desde un espíritu de club social”, dice Salgueiro. El flamenco está entre las actividades favoritas: funciona un ensamble de guitarra, un coro rociero (cantan sevillanas a la Virgen del Rocío) y se dictan talleres de danza. Una vez al mes celebran noches flamencas con platos típicos y espectáculos de música y baile.

Allí también se emplaza el Instituto Argentino de Cultura Andaluza (IACA), encargado de promover el arte mediterráneo. Por caso, en la Legislatura porteña montaron una exposición con dibujos del poeta y dramaturgo Federico García Lorca.

Asimismo, hay actividades fuera de la tradición ibérica, como clases de informática, yoga, pintura, teatro y folklore. Las milongas de los jueves son clásicos nocturnos bien concurridos.

“Como ayer, el objetivo es difundir la cultura andaluza a las nuevas generaciones y a quienes se enamoren de estas tradiciones”, cierra la presidenta de este reducto que evoca al Mediterráneo en plena Buenos Aires.

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