El Grupo Clarín se refirió a la nota censurada de Martín Sivak

Fue en una publicacion publicada en la página institucional, titulada “Opinión del Grupo Clarín a propósito de una nota de Martín Sivak en NYT”, firmada por Martín Sivak para el New York Times, que el diario de Ernestina Herrera de Noble censuró de su edición impresa del fin de semana. La nota de Sivak pretende describir la relación de Clarín y el gobierno de los Kirchner pero limita su análisis a considerar  complejos procesos a un brusco giro de la historia de una sociedad que se quebró de buenas a primeras y sin que se supieran los motivos de fondo.

A continuación, PuraCiudad.com reproduce el texto completo del Grupo Clarín: 

El lunes 22/7/13, Clarín publicó, aunque no estaba obligado contractualmente, una nota de Martín Sivak para The New York Times International Weekly, titulada “Las escaramuzas en los medios de América Latina”.

Respecto al contenido de la nota, el Grupo Clarín (que no fue consultado para la misma), desea puntualizar lo siguiente:

-Pese a que dice referirse a los “medios de América Latina”, de 11 párrafos sólo 2 (el primero y el noveno) aluden la región. Los 9 restantes se refieren exclusivamente a la Argentina y al Grupo Clarín.

-Cuando un gobierno manipula escandalosamente la publicidad oficial, llevándola a 2 mil millones por año y destinándola toda a sus medios aliados; cuando prohíbe de manera inédita la publicidad privada en los medios críticos; cuando coopta -a través de empresarios amigos, de fondos públicos o de transacciones regulatorias- al 80% de los medios del país; cuando hace echar de esos medios a los periodistas que le molestan; cuando toma represalias contra ciudadanos, consultoras, ONGs y otros actores civiles simplemente por opinar diferente; cuando escracha a periodistas no adictos o los hace perseguir por organismos del Estado… Todo ello es, sin duda, amenazar la libertad de expresión (y estos son hechos, no sólo “reclamos” de las empresas de medios).

-Desde el inicio del ciclo kirchnerista, Clarín respaldó ciertas medidas –algunas de ellas iniciadas previamente (contención del conflicto social, renovación de la Corte Suprema, renegociación de la deuda externa)- y fue crítico de otras: el diario acuñó el término superpoderes para referirse a la delegación de funciones legislativas, fue de los primeros en señalar la crisis energética, la escalada inflacionaria y la manipulación del Indec; se opuso a la primera reforma del consejo de la magistratura; criticó el manejo de la inseguridad, etcétera. Y lejos de ignorar la corrupción, sus equipos periodísticos tuvieron hallazgos relevantes en los casos más emblemáticos de ese período: Skanska, Picolotti y Antonini Wilson.

-La incomodidad de los Kirchner con Clarín, al que nunca pudieron cooptar, ya era visible tempranamente. En 2004, la comitiva que acompañó a Néstor Kirchner a China lo escuchó proferir fuertes insultos contra el diario y su CEO; ese mismo año, intentó seducir el titular del grupo español Prisa, Jesús de Polanco, instándolo a que lanzara un diario en Argentina para competir con Clarín; y Horacio Verbitsky ha escrito que Kirchner le dijo que tenía que favorecer a los grupos Vila-Manzano y Hadad para limitar a Clarín.

-Lo que pasó entre el Gobierno y Clarín es lo que pasa cuando el poder político profundiza sus errores y no tolera que nadie se los señale. Aunque su incomodidad con el periodismo crítico ya había tenido capítulos resonantes antes de 2008, a partir de entonces eclosionó por la dimensión que le dio el kirchnerismo al conflicto con el campo: el Gobierno no aceptó un periodismo que no hiciera militancia a su favor en dicha disputa.

-La fusión del cable, que algunos señalan como una concesión, fue un procedimiento administrativo que duró 14 meses (más que las fusiones de Movicom y Unifon, o de Brahma y Quilmes) y que recibió la aprobación de los tres miembros de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia. Dicha operación fue similar a la que llevaron adelante los principales cables del mundo, desde Time Warner y Comcast hasta Net, VTR y muchos más. Lejos de restringir la competencia, la incentivó: desde 2007 los principales competidores de Cablevisión (DirecTV y Telecentro), tuvieron tasas de crecimiento muy superiores a la primera (DirecTV 219%, Telecentro 103%, Cablevisión 15%). Hoy, Cablevisión-Fibertel tiene bastante menos participación de mercado (en video e Internet) que las principales compañías de cable de países europeos y latinoamericanos.

-Clarín no tiene 264 licencias. Tiene 12 licencias de radiodifusión, las únicas que usan espectro. Y brinda cable a traves de 158 licencias locales que no usan espectro, y que operan en 12 provincias de la Argentina. Licencias que además fueron otorgadas según el marco legal vigente, que se pretende modificar retroactivamente violando derechos adquiridos. Mucho menos que sus competidores directos DirecTV, Telefónica o Telecom (que operan en 2200 localidades en las 25 provincias).

-Lejos de ser un problema para la democracia, hoy el Grupo Clarín encarna el escaso espacio que queda para la opinión crítica, la investigación periodística y el debate plural en el universo audiovisual argentino. La inmensa mayoría de las radios, canales abiertos y señales de cable están subvencionados por el Gobierno o se vieron obligados a transar con él para no ser declarados ilegales.

-Lejos de depender del Estado para “la publicidad, los créditos y otros beneficios”, la conformación del Grupo Clarín es lo que le ha permitido subsistir estos cinco años pese a una avanzada estatal inédita en democracia, con más de 500 acciones contra el Grupo. El Grupo no recibe publicidad oficial ni explota concesiones estatales como la mayoría de sus competidores (casinos, telefonía, energía, petróleo, obras públicas). Se dedicó y se dedica a los medios de comunicación, y así ha construido su sustentabilidad para, justamente, no convertirse en rehén de los gobiernos.

-Por eso, lo que está en juego hoy en la Argentina es mucho más que una cuestión patrimonial o empresaria. Es la posibilidad real de que haya medios independientes –económica y por ende editorialmente- del poder político de turno.