El artista Gustavo López Armentía montó su atelier en la mítica casa de Perón en Flores

En una tarde friolenta de otoño, una delegación de Jóvenes Revisionistas (JR), por invitación del artista plástico y pintor Gustavo López Armentía, se acercó hasta la casa sita en la calle Gregorio de Laferrère 3259, en el barrio de Flores, lugar que fuera habitado por los padres de Juan Domingo Perón entre 1926 y, al menos, 1930. Acompañaron a JR el periodista Juan Manuel Castro y el Sr. Roberto Pini Ledesma, ex diplomático del último gobierno de Perón (1973-74).

López Armentía, de buen semblante y 70 años de edad, se instaló aquí con su taller o atelier en 2009, sin saber, acaso, que en esa casa vivieron Mario Tomás Perón y Juana Sosa Toledo, primogenitores del tres veces Presidente de la Nación.

Esas primeras referencias, según dijo, las recibió de viejos vecinos que se acercaron a comentarle sobre ellos, no sin causarle al dueño una sorpresa mayúscula. Lo interesante del espacio, es que hoy se encuentra unificado por dos lotes correspondientes a la numeración 3259 y 3261 de Gregorio de Laferrère, pues la medianera fue tirada abajo para obtener, de esa manera, un espacio con mayor amplitud para exhibir las obras. Se consigna que el solar de la familia Perón era de estilo casa ‘chorizo’ con patio, galería y varias habitaciones al costado, idéntico esquema que, con menor cantidad de modificaciones, se hace notar en el lote de Gregorio de Laferrère 3261.

Para ser honestos, casi todo aquí fue reformado, no encontrándose prácticamente rastros de la vieja construcción, salvo una suerte de pieza o galpón en cuyo techo el dueño, López Armentía, encontró tejas de antigua factoría como el de la foto aquí publicada. En el reverso, se lee: “TUILERIES AIXOISES / DES MILLES RDR FRANCE”. De acuerdo a la marca, Tuileries se trataría del nombre de una fábrica de tejas que existió en Francia allá por el siglo XVI.[1] Por otra parte, encontramos que la Tuilerie Des Milles consistió en una fábrica de baldosas, tejas y ladrillos que nació en 1882, empujado por la revolución industrial en auge, y que cerró en 1939 por problemas económicos. Pero reabierta en 1947, actuó con intermitencias hasta 1992, para diez años más tarde (2002) ser entregado el predio a la Fundación para la Memoria del Holocausto.

En ese sentido, la teja de la imagen, que pertenece a la casa de la familia Perón, parece coincidir en plenitud con el tiempo en que allí habitaron los padres de Juan Domingo. Ejemplar de una teja de fines del siglo XIX que fue encontrado en el solar de la familia Perón por su actual dueño, Gustavo López Armentía.

En diálogo con López Armentía, el dueño de la casa, éste dijo que “empecé a exponer [las obras] en Nueva York, donde estuve muchos años, desde 1995 hasta el 2008, cuando estalló la crisis financiera en Estados Unidos. Ahí cerraron dos galerías que tenía, todo durante ese último año. Entonces, cuando surgió la posibilidad de esta casa yo tenía ganas ya hacía tiempo de tener un lugar para exponer las obras y, cuando alguien viniera, poder mostrarlas”, detalló el artista al comenzar a hablar sobre cómo fue que recaló en esta casa histórica florense. “Yo me vengo a enterar después, de pura casualidad, que esta casa fue de Perón –continuó diciendo López Armentía-. Yo no tenía ni idea de nada. De hecho, a la dueña que le compramos la casa no la volví a ver más, y tampoco tengo certeza de quiénes habían habitado este sitio antes que ella”. Con total franqueza, dijo que la primera vez que tomó conocimiento de que su taller artístico estaba en el antiguo solar de la familia Perón, ocurrió cuando “un vecino me trae una revista de Flores con la fachada de la casa y, más otro tanto que busqué en Google, bueno, así se fue juntando un poco de información”. Aclara que, la declaración de Sitio de Interés Cultural que desde 2018 tiene esta construcción, es totalmente independiente de la historia que encierra.[2] La trascendencia que tomó tal mención hizo que, no obstante, el homenajeado no escapara a alguna pregunta que insistiera sobre su ubicación actual en la casa de los Perón, tal como en un reportaje que le hicieron por AM 750 “cuando fue lo de la placa”. Otro tanto le sucedió en una nota que salió publicada en el diario “Página/12”.

Para López Armentía, fue una mera casualidad el hecho de que, justo cuando declararon a su taller de interés cultural y, a él mismo, como personalidad de la cultura ciudadana, a su vez se comenzara a hablar con más fuerza de que allí, en Gregorio de Laferrère 3259, vivieron los padres de Perón y que hasta frecuentaba ese lugar su hijo, el capitán Juan Domingo Perón.

Una serie de autores (Horacio Rial, Rómulo H. Bustos, Enrique Pavón Pereyra y Tomás Eloy Martínez) dan crédito a lo arriba expuesto. El primero de los mencionados –Rial-, afirma que “Mario Tomás [Perón] y Juana [Sosa Toledo] abandonaron la Patagonia –él definitivamente- en 1925.

La salud del hombre ya no estaba como para tolerar el rigor de aquel clima. Vivieron en Eleudorio Lobos (hoy Gregorio de Laferrère) 3259, entre Quirno y San Pedrito, en el porteño barrio de Flores Sur, en la misma casa que más tarde ocuparía José Artemio Toledo, el tío Artemio, hermano de Juana Sosa.”[3] Con respecto a lo afirmado de que en esa misma casa murió el padre de Perón, Tomás Eloy Martínez saca a relucir el escueto contenido de un telegrama que en marzo de 1926 le envía Juana Sosa a su hijo Juan Domingo Perón, el cual dice: “Papá muy delicado. Favor esperarnos lunes tren Bahía Blanca”. Lleno de temblores y balbuceando “palabras apelmazadas que sólo doña Juana era capaz de traducir”, Mario Tomás Perón, su esposo, llegó a Flores con una arteriosclerosis que lo tuvo a muy mal traer. Sigue comentando Martínez, que la vivienda de Lobos (Gregorio de Laferrère) 3259 la obtuvieron merced a “la providencia de un subsidio que concedieron a Juan Domingo en el ejército”, y que una vez instalados allí, Juan Perón “dispuso de un cuarto propio en el que desembocaron los mapas y los banderines acumulados durante quince años de vida nómade y cuartelera”.[4] Entre tanto, en la vereda de este solar de Flores, Juana Sosa Toledo sacaba las sillas a la vereda “y depositaba allí a don Mario Tomás mientras ella chismorreaba con las vecinas”, continúa diciendo Martínez. El padre del futuro presidente morirá en dicha casa el 10 de noviembre de 1928.

En el ahora estudio del artista López Armentía que JR fue a visitar, los Perón tuvieron un gallinero –criaban gallinas que luego comían- y, fiel a una costumbre de hogar, Juana Sosa amasaba los fideos. La apariencia del joven Juan Perón cada vez que se presentaba en el domicilio –cuando los tiempos de la Escuela Superior de Guerra se lo permitían, casi siempre los fines de semana-, lo hallaba con “un sombrero de paja y un terno de color siempre oscuro”. Cabe señalar que, tras la muerte de su padre, y de las nupcias que contrajo con Aurelia Tizón en enero de 1929, los cónyuges se fueron a vivir, primero, a un domicilio de la calle Zapata 315, propiedad de la familia Tizón, y más tarde lo hicieron en una vivienda de avenida Santa Fe 3641, 3º piso, que los esposados adquirieron.[5] Aspecto antiguo que pertenece a la propiedad de Gregorio de Laferrère 3261, es decir, la que está lindante a la que habitaron los padres de Perón, y que hoy pertenece también al estudio de López Armentía. De lo conversado entre JR y López Armentía, surgieron varios puntos, siendo uno de ellos el continuar la investigación que certifique, de un modo definitivo y concreto, que ahí se establecieron los padres de Perón. Para ello, hay que abrir nuevas líneas investigativas, una de ellas, hablar con hijos o nietos de gente que los ha conocido o que, en todo caso, trataron al joven Juan Domingo Perón cuando pateaba estas calles. Quizás la tradición oral sea, para este caso en particular, el único y más confiable de los caminos posibles, pues nada material ha quedado en pie a fin de cerciorarnos del antecedente que deseamos descubrir.

La única huella física que aún se mantenía en pie en el barrio, era “un mural o algo parecido acá en la esquina, que tenía relación porque Perón había fomentado el juego de la pelota y otros deportes en un club muy barrial, y entonces había quedado eso por muchos años hasta que vino alguien y lo pintó”, comentaba Gustavo López Armentía con un dejo de lamentación.[6] De las últimas conclusiones que se han podido obtener de la visita, López Armentía y JR quedaron en que, de avanzar la investigación, cabría la posibilidad de hacer alguna muestra –fotográfica y material- en el patio de la propiedad, y hasta colocar una placa que evoque los años en que Flores tuvo como habitantes, en ese mismo lugar, a los padres del fundador de la doctrina peronista. Comisión Directiva JOVENES REVISIONISTAS

Referencias: [1] “Tuil” en francés quiere decir “teja”. [2] La placa, colocada en la parte superior central de la fachada, dice: “ESTUDIO DEL ARTISTA PLASTICO/ GUSTAVO LOPEZ ARMENTIA/ DECLARADO SITIO DE INTERES CULTURAL/ HOMENAJE DE LA LEGISLATURA DE LA CIUDAD AUTONOMA/ DE BUENOS AIRES/ 2018.” [3] “Perón. Tal vez la historia”, de Horacio Vázquez Rial, Alianza Editorial, 2005, página 54. Doña Juana Sosa Toledo, la madre de Perón, regresaría a la Ea. “La Porteña” al año de que se casaran su hijo con Aurelia Tizón, abandonando la vivienda aquí referida. [4] “La novela de Perón”, de Tomás Eloy Martínez, Editorial Planeta, 1998, página 215. [5] Op. cit., página 218. [6] Esta sentencia, se refiere el Club “Juan Perón” que ayudaron a fundar los muchachos del barrio que fueron asistidos económicamente por Perón con la compra de botines, camisetas y la enseñanza de otras disciplinas deportivas, tarea, esta última, que realizaba junto a su novia –luego esposa- Aurelia Tizón. La esquina donde estaba el mural, y que nombra López Armentía, sería la que se encuentra en la intersección de Gregorio de Laferrère y avenida San Pedrito.

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