Docentes de la UBA advierten sobre malas prácticas en las podas porteñas
En la carrera de Jardinería sostuvieron que aumentan el riesgo de caída de ramas y árboles.
En la carrera de Jardinería sostuvieron que aumentan el riesgo de caída de ramas y árboles.
Docentes de la cátedra de Jardinería de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se capacitan parte de los inspectores que trabajan en el área de arbolado urbano del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, advirtieron este lunes sobre “la falta de criterio técnico con el cual se realizan las podas desde mediados de otoño en las calles porteñas y señalaron que las malas prácticas aumentan el riesgo de caída de ramas y árboles”.
Gabriela Benito, jefa de trabajos prácticos de la cátedra de Jardinería y docente de la materia Arbolado Urbano, afirmó en el sitio oficial de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA): “Cerca de 30 técnicos egresados de la tecnicatura en Jardinería de la UBA fueron empleados por el área de arbolado urbano del Gobierno de la Ciudad, como parte del plantel de inspectores. Desde allí hacen un diagnóstico del estado de los árboles y proponen un determinado tipo de intervención. Pero luego las empresas contratadas que llevan a cabo las podas no están a cargo de profesionales idóneos, no tienen cuadrillas capacitadas y cortan sin un criterio técnico”.
Dijo que observó cómo la maquinaria trabajaba rompiendo las raíces y dañando troncos, acciones que también ponen en riesgo a los árboles: “Una buena gestión y planificación debe anticipar un momento de riesgo. Debe evaluar el estado mecánico y sanitario del árbol. No obstante las cuadrillas trabajan sin criterio. Desde el Gobierno bajan la orden de comenzar a podar 70 mil árboles a partir del 1 de mayo, por ejemplo, como si todos caducaran en el mismo momento. Algunas especies se podan fuera de época, como sucede con las tipas y los jacarandás, que caducan en septiembre u octubre pero se intervienen en junio. Con ello les quitan masa verde y aceleran su decrepitud”.
“Además una mala poda desequilibra copas, cargando los pesos sobre follajes y ramas que no están fortalecidas. Esta mala intervención hace que la arquitectura vegetal no esté en equilibrio y cuando hay episodios de tornados o lluvias violentas los árboles se quiebran. Si bien es cierto que en algunas estaciones del año hay vientos de mayor intensidad, no quiere decir que cada vez que haya una tormenta se caigan todos los árboles. Se van a caer aquellos que están mal intervenidos. Y lamentablemente estas acciones favorecen que los ejemplares estén en mayor riesgo”, afirmó y agregó: “En la ciudad también tenemos un arbolado antiguo, en muchos casos con senectud, que comenzó a plantarse masivamente a comienzos del siglo XX. Por eso hay ejemplares que deben ir renovándose”.
La docente explicó que la existencia del bosque urbano en la ciudad disminuye las altas temperaturas, atempera el ruido y los vientos, capta el polvillo atmosférico y atrae la fauna silvestre, entre otras ventajas que, en definitiva, mejoran la calidad de vida de las personas. Pera para que esa vegetación cumpla estas funciones debería estar gestionada por profesionales capacitados, que conozcan sus ventajas y las maneras de administrarlo.
“Las cuadrillas que realizan las podas también deberían recibir capacitación”, dijo Benito, y señaló: “Cuando vemos una cuadrilla trabajando en la calle, muchas veces observamos que no hay un vallado ni un aviso, que el operario no está protegido; muchas veces trabaja en alpargatas, trepa sin tener botines de seguridad y no posee los arneses adecuados”.
Benito dijo que Buenos Aires es una ciudad con buen arbolado de alineación, aunque con ejemplares ya en madurez avanzada que deben reponerse. Uno de los aspectos que la destaca es la selección de especies nativas que realizó Carlos Thays hacia fines del siglo XIX y principios del XX, que determinó la planificación del arbolado porteño. “En ese tiempo la cultura occidental no las valoraba por considerarlas rusticas y se pensaba que no se iban a adaptar a la ciudad. Pero hoy gracias a su incorporación podemos disfrutar de ellas y de sus distintas etapas de floración. Desde septiembre podemos apreciar las flores del lapacho, en octubre las del ceibo, en noviembre del jacarandá, en diciembre de la tipa, en enero del ibirá-pitá y en febrero del palo borracho. Esto sucede en pocas ciudades del mundo”.
Desde la cátedra de Jardinería de la FAUBA también investigan los árboles históricos de la Ciudad de Buenos Aires, que son más de mil. Algunos de ellos son únicos en la ciudad, como la Sterculia que está en Plaza Lavalle (si bien ahora el Jardín Botánico Thays posee otra que fue propagada a partir de semillas de ese ejemplar).