Diez historietas bien porteñas
Clásicos como Mafalda o el Eternauta se mechan con joyas de culto como Buenos Aires Cero o nuevas plumas recopiladas en Mi Buenos Aires Querido de Editorial Loco Rabia.
Clásicos como Mafalda o el Eternauta se mechan con joyas de culto como Buenos Aires Cero o nuevas plumas recopiladas en Mi Buenos Aires Querido de Editorial Loco Rabia.
Buenos Aires es la musa de tantísimas viñetas. El tango, los amoríos de esquina, los amigos y la vida de barrio son algunos tópicos que distintos autores tomaron de esta capital para situar las correrías de sus personajes. Estas diez historietas atraviesan a varias generaciones, desde el mítico Oesterheld hasta las nuevas camadas de autores. También se mezcla el costumbrismo, el humor gráfico y la narrativa de ciencia ficción. No importa qué y cómo ocurre, importa que ocurra en Buenos Aires.
Eternauta o el Martín Fierro de las viñetas
En los años 50 el guionista Héctor Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López trajeron a Buenos Aires los tiros intergalácticos que sólo se veían en el cine de Hollywood. Uno de los ejes que han hecho a esta historia emblemática fue poder ver combates cuerpo a cuerpo, bajo una nevada mortal, entre humanos e invasores cósmicos en sitios reconocibles como Plaza Italia o la Cancha de River. La narrativa de esta odisea sigue tan vigente que el año pasado la edición del Eternatua en EEUU a cargo de Fantagraphics ganó el Premio Eisner, una de las máximas distinciones del noveno arte. La estatua del Eternatuta, que forma parte del Paseo de la Historieta, estaba frente al Museo del Humor (Avenida de los Italianos al 800).
Mafalda, la preguntona de San Nicolás
La historia es más o menos conocida: al joven dibujante Quino le habían encargado hacer tiras publicitarias. En ese contexto, creó a la niña de corte carré. El resto es historia: vinieron miles de viñetas con aventuras en el barrio de San Nicolás. De la ternura a la reflexión, del cuestionamiento político a las carcajadas en plan costumbrista. Hoy una placa y varias estatuas recuerdan el paso de Mafalda y sus simpáticos vecinos por las calles de este tradicional barrio porteño (Bolívar y Chile).
Buenos Aires Cero
la dupla Carlos Albiac-Walter Taborda convirtió al a Ciudad en un escenario postapocalíptico. En los años ochenta las páginas del a revista Fierro (Ediciones de la Urraca) ofrecieron mes a mes las aventuras de personajes variopintos que oscilan entre el bien, el mal y la mera supervivencia. Postales como Diagonal Norte, las cúpulas de Avenida de Mayo y la Plaza de Mayo se perciben a primera vista entre la acción y suspenso.
Mc Kosher
El dibujante y editor Brian Janchez trabajó en la cocina del McDonald’s kosher del Abasto. En menos de una semana de trabajo recolectó suficientes anécdotas como para hacer un libro de sesenta páginas. Llanto de Mudo y Ediciones Noviembre coeditaron este trabajo lleno de situaciones embarazosas que se reinventan en carcajadas, en una radiografía sobre el empleo fugaz y las relaciones humanas al ritmo del fast food.
Mi Buenos Aires Querido, el compendio de nuevas plumas
Veinte dibujantes, veinte barrios. El guionista Alejandro Farías escribió historias sobre el amor en recovecos tangibles de la urbe porteña: cuchilleros del Abasto, oficinistas de Plaza de Mayo, candomberos de San Telmo. Las historias breves tienen climas luminosos, sombríos, ambivalencias con la mística porteña de fondo.
El Loco Chávez, el último chanta porteño
Hugo Chávez empezó sus aventuras en 1975 como corresponsal en Europa y Norteamérica. Fue obra del guionista Carlos Trillo y del dibujante Horacio Altuna en la contratapa del diario Clarín. Tres años más tarde regresó a su Buenos Aires Querido. Repartía su tiempo entre su casa de soltero (Las Heras y Pueyrredón), la redacción del diario donde trabajaba (Clarín), los bares de la vieja guardia, las esquinas famosas de Capital, casas de amantes y hogares de los más extraños personajes del submundo porteño. Pampita (no la modelo) fue primer su compañera de aventuras periodísticas y luego el gran amor de su vida, con idas y vueltas. La tira que aparecía en la contratapa del gran diario argentino duró hasta noviembre de 1987. El loco tiene su estatua en el Paseo de la Historieta (Azucena Villaflor y Juana Manso).
Goyo Mazzeo y sus historietas tangueras
Dibujante de larga trayectoria, Mazzeo retrató peripecias de malevos, enredos con paicas, la vida misma en el arrabal. También retrató a los grandes del dos por cuatro e hizo historietas con el guión de los mismos temas tangueros. La recopilación de sus trabajos fue editada por Mercelo Oliveri, difusor del tango y referente de la Academia Porteña del Lunfardo.
Los canillitas
En los primeros años del diario Tiempo Argentino se publicó la tira gionada por Diego Agrimbau y dibujada por Fernando Baldó. En una esquina cualquiera de Buenos Aires está el puesto de los canillitas Rodolfo y Chelo dan ritmo a una historia que transcurre en parrillas y pizzerías, en las canchitas de cinco y en plena vereda, al son del cuchicheo de las historias que vienen y van en pleno barrio; la vida misma editada por Loco Rabia y Grupo Belerofonte.
Teodoro y Cía o el espíritu de las oficinas porteñas
Llamada “la historieta de la democracia”, esta tira que apareció también la contratapa de Clarín en la época de la restauración democrática (1984). En lo que podía ser, en términos de hoy, una sitcom de horario laboral, las vidas de los personajes, pivoteadas a través de la mirada del protagonista Teodoro, convivían con el contexto social y económico de aquellos años. Releerla hoy es una forma de evocar el día a día de una generación que se abrió hacia la libertad cívica, pero que padeció resquemores de un tiempo turbulento.
El Corto Maltés en La Boca contra la Zwi Migdal
El célebre aventurero de principios del siglo XX, personaje emblema del dibujante y guionista Hugo Pratt, vivió aventuras porteñas en la novela gráfica “Tango”. Tras 15 años de ausencia, el Corto regresa al puerto para buscar a una amiga cooptada por La Varsovia, grupo de tratantes de blancas que operó en los años veinte. La historia, dibujada en un dinámico blanco y negro, se extiende por más de cien páginas con intrigas, tiros, corrupción al son del dos por cuatro.
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