Curiosa Buenos Aires: la “explosiva” historia de Horacio Guarany en Coghlan
La curiosa historia del vino que salía como agua de las canillas y el temible atentado sobre su propiedad, que Guarany le adjudicó al ministro de Bienestar Social de entonces, el “brujo” José López Rega.
En la década del 70 el popular cantor argentino Horacio Guarany, andaba próspero y se compró una bruta casa en la mano impar de la calle Manuel Ugarte, entre Naón y Estomba, barrio porteño de Coghlan.
La remodeló a su gusto: bien gauchita. Al poco tiempo se puso en venta la casita de al lado y don Horacio la compró. Primero pensó en demolerla para hacer un jardín pero después dijo “al que nunca tuvo nada le duele el alma tirar una casa abajo por más vieja que sea”.
Entonces decidió arreglarla toda, la puso bien linda como si fuera una fortaleza árabe. La llenó de arcadas, solones y paredes para hacer exhibiciones de arte. Y le puso un nombre bien bonito y entrador “El Templo del Vino”. Porque don Guarany es un admirador del buen vino y del clima amiguero que el vino propone.
El Templo del Vino convocó a los grandes de la cultura, el arte y el deporte: Froilán González, Juan Manuel Fangio, Los Hermanos Ábalos, Los Chalchaleros, Graciela Borges, Luis Landriscina, Alberto Olmedo, Juan Carlos Altavista, Beba Bidart, Julio Le Parc, José Sacristán y Jorge Cafrune ¡Imaginate lo que era este rinconcito de lo que es hoy la Comuna 12 porteña.
El día de la inauguración, don Horacio Guarany había preparado un gran asado: había lechones, costillar, todos los cortes. Pero no había bebida a la vista… Cuando los invitados le reclamaban al anfitrión, éste los invitaba a servirse de la canilla: el vino salía de los grifos. Es que, para ese día, don Horacio, había vaciado el tanque de agua y lo había llenado con vino.
Pero no todo fue divertido en esta historia. Así lo recuerda Horacio:
“Reventaron mi casa con una bomba en marzo de 1974, no sé si por mi condición de cantor exitoso o porque unos días antes El Brujo infame (López Rega) me pidió que fuera a actuar al Obelisco para no sé que acto y yo me negué -recuerda Horacio-. El sacudón que producen la explosión y el estallido en altas horas de la noche, con el destrozo de puertas, ventanas y vidrios, queda grabado para siempre en los sentidos. Yo salí gritando e insultando a quien fuera en medio de la oscuridad y el miedo”, contó el artista al Periódico El Barrio.
VIDEO: Si se calla el cantor