Cómo se juró la Independencia en Buenos Aires
La primera mención aparece en la Gazeta de Buenos Ayres el 27 de julio de 1816. Recién el 13 de septiembre se hizo la jura en Plaza de Mayo y Plaza Dorrego de San Telmo. El periódico oficial pedía a la población unión para hacer “inmortal a nuestra Patria”.
Allí, en la Plaza Dorrego de San Telmo, donde los domingos a la tarde las parejitas bailan tango a la gorra, donde los turistas recorren los puestos de fotos viejas y joyas de la abuela, donde los vecinos caminan los adoquines ida y vuelta entre restaurantes y tiendas de antigüedades, hace 200 años se escribía una de las páginas fundacionales de la América del Sur: la independencia de las Provincias Unidas. El eco de aquel festejo, donde se engalanó la pequeña aldea portuaria para celebrar la gesta tucumana, late en las páginas de la Gazeta de Buenos Ayres.
“La suerte está echada y el éxito venturoso de la empresa pende todo de nuestra constancia”. La reflexión pertenece a este periódico gubernativo, en cuya edición del 21 de septiembre (número 73) publica en sus primeras páginas una crónica con la jura de la independencia hecha por los vecinos porteños en este hueco comercial del sur porteño, celebrada el día 13, casi dos meses más tarde de la gesta del 9 de Julio. “Si en el curso de la revolución hemos adquirido glorias, es de nuestro mayor interés el conservarlas; si hemos sufrido pérdidas aun es tiempo de repararlas”, añade con énfasis la publicación fundada por Mariano Moreno en la Revolución de Mayo.
“Si queremos eficazmente ser libres lo seremos sin duda: si no lo somos es indicio cierto de que no lo merecemos. ¿Y seremos tan infelices que arrastremos esta afrenta? Unión compatriotas; y triunfaremos de todos los peligros; unión, y tendremos nuevos motivos de amarnos; unión y haremos inmortal a nuestra Patria”, cierra la arenga que ahora, a 200 años de la gesta, suena con enorme vigencia.
Entre alertas por una invasión portuguesa a las playas porteñas, peripecias por la distribución de medallas para agasajar a los guerreros independentistas y penurias llegadas de los ejércitos del norte que capeaban San Martín y Belgrano, la Gazeta hace llegar hasta nuestros días detalles de cómo se celebró en tierra porteña el hecho de romper lazos de dominación con la península que mantuvo el control por casi 300 años.
La gala en edificios iluminados para la ocasión, aparte de melodías marciales y la concurrencia en plazas hacen mechar en forma directa con los planes para este bicentenario: tango, rock y melódica en plazas céntricas, Parque Chacabuco, Planetario (Palermo) y Barrio Piedrabuena (Lugano).
Primera mención a la Independencia en suelo porteño: “quemar las naves” en el Sud
A 18 días de declarada en Tucumán, el 27 llegaba a los hogares porteños una nueva edición de la Gazeta de Buenos Ayres. En su portada, la Excma. Comisión Gubernativa interina de la dirección del Estado aludía a “inminentes peligros en que se considera la vida de la Patria”: por ello iba a reforzar la presencia miliciana (“todo ciudadano capaz de tomar las armas deberá estar alistado en la brigada cívica”) en playas porteñas y en los 33 cuarteles de la Campaña (camino del interior).
Recién en la segunda página de aquella edición número 65 de la Gazeta se leía: “Época grande de las Provincias Unidas del Río de la Plata”. “Por cuanto con fecha 9 del corriente comunica a este Gobierno el Excmo. R. Director la importantísima resolución, cuyo tenor es como sigue. —El Soberano Congreso de estas Provincias Unidas del Río de la Plata ha declarado con esta fecha la independencia de esta parte de la América del Sud de la dominación de los reyes de España y su metrópolis, según la augusta resolución que sigue”. El texto instaba a hacer publicar la noticia “en todas las Provincias y Pueblos de la unión”. El texto está firmado por Francisco Narciso de Laprida, Presidente; Mariano Boedo; Vice-Presidente; José Mariano Serrano; Diputado Secretario; Juan José Passo; Diputado Secretario.
El párrafo siguiente es una contestación dirigida al Director Juan Martín de Pueyrredón que lleva la firma de Miguel de Irigoyen y Francisco Antonio de Escalada, Presidente del Cabildo y padre de Remedios, esposa de San Martín. Allí informa las primeras medidas para celebrar la resolución de Tucumán, a la que define como “efusión del más completo gozo por un evento suspirado por todo pecho americano, desde que cansadas las Provincias de llevar por tres siglos las cadenas de la opresión peninsular”. Explica que se iba a dar difusión de la Independencia “del modo más solemne, fijándose copias de él en los pagarés más públicos de la ciudad y de sus arrabales”. “Y como este día amargo para los tiranos, parecido en cierto modo a aquel en que (Hernán) Cortés quemó sus naves con magnánima resolución para no dejar a sus compañeros otro recurso que en la victoria, a arrebatar las demostraciones más puras de alegría de parte de los ciudadanos elevados al fin a la gloria de pertenecer a un Estado libre, no permitiendo la estrechez del presente momento el proceder con toda la pompa debida a celebrar la majestad de tan memorable suceso, el Gobierno hace saber que desde esta noche se iluminará por 10 días consecutivos el palacio de su residencia, y lo mismo escrutará al Excmo. Ayuntamiento en sus Casas Consistoriales, dejando al arbitrio de los habitantes de esta insigne ciudad el patentizar su complacencia por iguales demostraciones, o por medio de aquellos signos que anuncien su actual satisfacción”.
Aparte de los datos puntuales, aclara que “ínterin con el tiempo debido se prepararán las fiestas que corresponde a este instante feliz, sin olvidar el tributar a la Providencia las más rendidas gracias”.
El día de la jura en Capital
Bajo el título de portada “Proclamación y jura de la independencia nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata en la capital de Buenos Ayres”, la Gazeta publicó una crónica con un resumen de la jornada del viernes 13 de septiembre, la cual inició a las diez de la mañana en la Plaza de Mayo, entonces llamada de la Victoria.
Según la publicación, la independencia se juró “del modo más solemne el decreto augusto de la Representación Soberana de los Pueblos Argentinos que los eleva al rango y preeminencias de nación independiente”. Así estaba decorada la plaza principal y las casas linderas: “las decoraciones alusivas colocadas en el centro y ángulos de la misma plaza, el reverbero de un crecidísimo numero de faroles destinados a la iluminación, la armonía de las músicas marciales y demás demostraciones del público regocijo ofrecían la escena más interesante, la más halagüeña, y la más digna del día grande y feliz, constante objeto de nuestros votos”.
“En las noches de estos días se ha iluminado toda la ciudad con singular lucimiento, y como nunca la Plaza de la Victoria: se han hecho otras muchas demostraciones de alegría que publican la satisfacción y alto aprecio con que han recibido los ciudadanos de Buenos Ayres la augusta declaración de su emancipación política”, expone la crónica de la Gazeta.
En las calles porteñas coincidieron los estratos sociales para la jornada: “Todas las corporaciones, jefes y empleados civiles y militares acompañaron al Excmo. Sr. Director Supremo a las 10 de la mañana desde la fortaleza (actual Casa Rosada, residencia de autoridades) hasta la plaza de la Victoria; donde estaba dispuesto un espacioso tablado que admitía sin estrechez la ilustre comitiva”. También evoca “el concurso numeroso y ordenado del vecindario más lucido de ambos sexos”.
La crónica da lugar espaciado al Presidente del Cabildo, Francisco Antonio de Escalada, quien enarboló la bandera nacional y pronunció un discurso ante los militares y vecinos. Dijo que la independencia “del rey de España Fernando Séptimo, sus sucesores, Metrópoli y de toda dominación extraña” se sostiene “con los esfuerzos para la concordia, con el poder de la unión y con obediencia a las autoridades, jurándolo así ante el Dios de la Patria, ante los pueblos y ante el orbe todo”.
Entonces hizo jurar, en nombre de Dios y la Cruz, “promover y defender la libertad de las Provincias Unidas en Sud-América y su independencia. —Si así no lo hiciereis, Dios os ayude, y si no, él y la Patria os hagan cargo —juramentó Escalada al ondear la bandera hacia los cuatro rincones de la plaza, luego cerró al grito de— Renazca la concordia. La unión reine. La Patria y la Independencia vivan”.
La concurrencia caminó por las calles de tierra y piedra hacia el sur, hacia la Plaza de la Residencia, actual Dorrego, en San Telmo (Humberto I y Defensa). Allí se volvió a repetir el juramento pronunciado por Escalada. Esta zona se la conocía como Alto de las Carretas, puesto que los comerciantes la estacionaban a la vera del Tercero del Sur, arroyo que surcaba por Defensa y Pasaje San Lorenzo. Era una zona de puesteros y vendedores ambulantes.
Al día siguiente se juró en las plazas de Monserrat. Se trata de la parcela de 9 de Julio e Independencia, actual boca del subte E. También entonces hueco de encuentro de carretas y trabajadores venidos de las quintas del sur. Se hizo lo mismo en la plaza de San Nicolás, llamada Plaza del Parque, terrenos que hoy bordean Tribunales.
Luego de estas últimas juras, el día 15, hubo misa en la Catedral. Asistieron “las referidas corporaciones, jefes y empleados” y un “numeroso concurso”. “Desempeñó con aplauso una oración análoga a su elevado objetivo el Sr. Maestre-escuela Dr. D. Diego Estanislao Zavaleta”.