Cómo queda posicionado el kirchnerismo tras el balotaje

Luego de tres periodos y con múltiples sectores en contra, haber obtenido casi 49% de los votos -un número inédito por lo elevado- no es mal negocio para el oficialismo, que entre otras cosas será la primera fuerza en ambas cámaras del Congreso Nacional.

Al cierre de los resultados provisionales, y con más 99% escrutado, la fórmula de Cambiemos, encabezada por Mauricio Macri y secundada por Gabriela Michetti, se imponía con el 51,40% -es decir, 12.903.301 de votos- contra 48,60% -12.198.441 de los votos- que obtuvo la propuesta oficialista, encabezada por Daniel Scioli y con Carlos Zannini como compañero de fórmula. Una diferencia estrecha que puede variar con el recuento definitivo.

Si se considera que el Frente para la Victoria ganó la primera vuelta, que en el balotaje se impuso en 15 de las 24 provincias, que conserva el control de múltiples distritos, tanto provinciales como municipales, a nivel ejecutivo y legislativo -entre ellos, es la primera minoría en ambas Cámaras del Congreso Nacional-; si se tiene en cuenta que tres periodos consecutivos de gestión provocan un inevitable desgaste, que el FPV llegó a las elecciones con una consideración lapidaria por parte de los principales medios de comunicación, con sectores gremiales y judiciales moviendo sus fichas, que arrastra el conflicto con los fondos buitres, que no fue apoyado en el balotaje ni por la izquierda ni por los principales referentes del peronismo disidente, como Sergio Massa, José Manuel de la Sota y Adolfo Rodríguez Sáa, y que, así y todo, logró una diferencia menor a la que suman los votos nulos y en blanco, la posición que tendrá desde el 10 de diciembre la fuerza liderada por la presidenta saliente Cristina Fernández de Kirchner no deberia ser subestimada.

Además, puede decirse que la mayor parte de los votos del Frente para la Victoria son “a favor” de un proyecto. Mientras que los votos por el cambio, por definición, son en contra de, en contra de lo que está, en contra de lo que rige, pero ideológicamente, no necesariamente están unidos. En este sentido, el gran desafío del nuevo presidente es, por un lado, consolidar la alianza con la que llegó al poder, y si es posible, ampliar su base de sustento. Por otro, llevar adelante una gestión que enamore a la ciudadanía.

En cuanto al FPV, en el Senado de la Nación tendrá a partir del 10 de diciembre 41 bancas -cuatro más que el quórum reglamentario-, de las 72 que componen ese ámbito legislativo. Cambiemos solo alcanza los 15 miembros.

Con estas proporciones, el kirchnerismo estaría en condiciones numéricas de quedarse con la titularidad del cuerpo y sus principales comisiones, que son la llave para emitir los dictámenes que se debaten en el recinto de sesiones. Sin embargo, según consignó la agencia Télam, existe voluntad política para cumplir con la tradición de otorgar al oficialismo esos cargos claves por lo menos en su primer año de gobierno.

En la Cámara de Diputados, aunque la situación es más pareja, el Frente para la Victoria también será la primera minoría con 98 legisladores propios, mientras que la nueva coalición gobernante tendrá 91 integrantes entre el radicalismo, el PRO y la Coalición Cívica, que comanda Elisa Carrió.

Será clave la negociación que pueda enhebrar el macrismo con la treintena de diputados que conduce Sergio Massa, con los cinco de Unión por Córdoba, los cuatro de Compromiso Federal que lidera Rodríguez Saá, y los dos que conforman Unen-Suma, con lo cual podría alcanzar el piso necesario de 129 legisladores para ungir a un presidente propio para la cámara baja, que posiblemente sea Emilio Monzó.

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