Fabio Cuggini está enojado con el Gobierno de la Ciudad porque inspectores porteños le clausuraron su peluquería, la cual atiende hace 35 años tiene en Lima 83, en el barrio porteño de Monserrat (Comuna 1), a pocas cuadras del Obelisco. Para protestar, sacó los sillones a la calle y comenzó a afeitar a sus clientes sobre la vereda
“Me quieren callar la boca. Por lo que me hicieron, ahora no quiero pagar más impuestos”, criticó Cuggini. Responsabilizó del momento vivido al jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y al vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, de quien dice ser amigo hace muchos años.
Según denunció, en las últimas dos semanas fueron a su local inspectores de la Ciudad con objetivo de clausurarlo. “Me pidieron la libreta sanitaria, que es lo único que no tenía. En lo demás estoy en regla. Fue una operación porque fueron directamente con la banda de clausura a cerrar el local. Esto es ilegal. Primero tuvieron que haberme intimidado y darme 60 días para hacerle los estudios”, se quejó Cuggini. Y agregó: “Yo me fui con mis 12 empleados hacer los análisis, porque quiero cumplir con la ley, y el médico que nos atendió me dijo que no había insumos. Es una vergüenza lo que está pasando”.
“Nunca en 35 años de laburo me clausuraron el local. Esto es una venganza para callarme la boca. Hay alguien que está detrás de todo esto. Y quiere perjudicarme. Larreta y Santilli saben que son amigos míos desde antes de la política, pero miran para el costado porque les importa la política y no la salud de la gente”, lanzó Cuggini.
En cuanto a la razón de la clausura, explicó que “muchos empleados no quieren ni pagar las cargas sociales porque no les alcanza la plata. Es un momento complicado del país”, afirmó. Cuggini dice que el problema radica en un proyecto que presentó en la Legislatura porteña y que no prosperó. En el año 2013, junto al por entonces diputado porteño Cristian Ritondo (hoy ministro de Seguridad bonaerense), impulsó una iniciativa con un solo objetivo: la creación de un colegio único de peluqueros profesionales.
“Cuando una persona se va a sacar sangre quiere estar seguro de que se trata de material descartable o, cuando va al odontólogo, pretende saber que lo están atendiendo con elementos nuevos. En la peluquería, son muchos los que no cambian la hoja de afeitar de la navaja para economizar. Y eso es un simple ejemplo de una dinámica que puede generar muchas infecciones”, alertó Cuggini.
La acción de Cuggini de ejercer su profesión en la vereda evoca a aquellos comerciantes que, pese a tener un local que da a la calle, cubren buena parte del paso peatonal con mercadería. Ahora que los manteros de Once no están más, se hace evidente la intrusión del espacio público de los mismos que en el pasado acusaban a los puesteros de poner mantas itinerantes con productos a la venta.
Esta acción es regulada por inspectores comunales de cada una de las 15 Comunas y por agentes de la Agencia Gubernamental de Control. Sin embargo, esta práctica de llenar la vereda está tan naturalizada que la mayor parte de las veces no se pena ni se sanciona como debería corresponder.